Ni títere con cabeza
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Hay, por lo menos, dos tipos de clandestinidad. La política, de izquierdas, derechas o religiosa, que suele ser obligada por razones de supervivencia en tiempos obscuros y la literaria, que suele ser voluntaria y tiene modos diversos: seudónimos, anónimos, y heterónimos. El autor, aquí presente, ha frecuentado los dos primeros modos pero hubiese preferido, lo dice él, la invención de un heterónimo, un heterónimo sin duda, muy especial, más humilde que los de Pessoa, pues se refiere a si mismo como, “este hombre” y se atribuye una biografía sin hechos dignos de reseñar y tan reducida, que cabría en el epitafio cincelado por la pata de un pájaro en una lápida mortuoria de arcilla. Valdría la pena conocer a ese pájaro escritor de epitafios . En fin, que “este hombre” procura, en contra de los vientos culturales dominantes, no ponerse en valor y no hacerse visible pero , a partir de ahora, este Bartleby, salido de ese Finisterre orensano que es A Mezquita, escribiente bancario que preferiría no hacerlo (escribir un libro) , es el autor de este libro que , lo siento, lo pondrá en valor y lo hará visible.
El índice nos informa de lo que el libro acoge. Están “todos los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa” o “lo que pasa en la calle” dicho en lenguaje poético como prefería el Juan de Mairena de don Antonio Machado: las cabalgatas, los ruidos, los tatuajes, las series de televisión, el tenis (y los pelotazos), el fútbol, las citas médicas y las primeras citas a ciegas, los nombres de los niños o la cultureta, artículo este, que empieza así: Tiempos aquellos en los que los ministros de Cultura sabían leer. Alguno incluso sabía escribir….
Es una prosa en apariencia desenfadada que procura ocultar sus lecturas, sus muy amplias lecturas, ingeniosa, irónica, escéptica, con un punto de melancolía al fondo siempre presente pero sobre todo, muy bien escrita. Aquí, hay un escritor.
Esta combinación de humor, ironía y escepticismo, tiene casi siempre efectos corrosivos. Un ejemplo entre muchos, a propósito de la epidemia de mascotas y la ley sobre el bienestar animal:
El bienestar de las mascotas suele comenzar por su castración. Es indudable que si pudiesen hablar, como la cuñada progre, nos dirían lo agradecidos que están…he oído decir que hay asociaciones que promueven el derecho al voto de los chimpancés. Aplaudo la idea… además, los resultados electorales no difererían mucho de los actuales…
Y otro dedicado implicitamente al doctor Gracia sobre los ruidos :
Vivo en una pesadilla de ruidos a horas intempestivas… la culpa es mía por vivir, tal vez fuese mejor estar muerto, se acabarían los problemas, pero conociéndome, no estoy tan seguro; después de muerto empezarían otros asuntos que no me dejarían tranquilo y mira que voy necesitando algo de tranquilidad…
Es el Julio Camba de nuestro tiempo pero mejor. Camba, no leyó nada o casi nada y Toño lo leyó todo o casi todo aunque procura que no se sepa o no se note. Don Álvaro Cunqueiro, que decía que, la ironía, en un momento dado, hace de un hombre un rey, reconocería en estas páginas escritas por un rey clandestino, a un allegado en forma y fondo…y no es poco reconocimiento tratándose de don Álvaro.
La ironía, y su pariente , el humor, hace años que se volveron raros en el mundo de la prensa y que decir de las redes sociales, las tertulias o los parlamentos. Acontece que son figuras lingüísticas que exigen del emisor y del receptor una cierta competencia retórica y cognitiva, hoy muy infrecuente entre periodistas de escasa cultura lectora.
Fernando Savater dijo en alguna parte, que el valor, es no tenerle miedo a la muerte y el humor, no tenerle miedo a la vida. Con razón son hoy tan escasos el valor y el humor pero todavía es posible encontrarlos. Este libro es una, excelente prueba de ello.
En fin…que Toño, no deja títere con cabeza, pero la espada de don Quijote que decapita la morisma de títeres de Maese Pedro, que perseguían a Gaiferos y Melisandra, es aquí substituída por las armas no menos afiladas y creo que más eficaces, del humor, la ironía y la retranca.
Concluyo con un aviso: no hagan caso de las recomendaciones del prólogo, del extraordinario prólogo, en el que el autor advierte de que leer su libro es, una enorme pérdida de tiempo…Se trata, una vez más, de una ingeniosa y escéptica ironía porque, no exagero, y es fácil de comprobar leyendo el libro, que Toño es uno de los mejores (iba a decir el mejor pero se metería debajo de la mesa) articulistas de la prensa española. Que la prensa española no se haya enterado es problema de esa prensa pero los que aquí estamos lo sabemos, lo sabrán y lo disfrutamos.
Hay una gran diferencia entre “no tomarse las cosas en serio” y “tratar las cosas serias con humor” aunque a veces se confundan.