Estimado Moncho:
Suponga, mi buen amigo, que usted, por culpa de unos de esos golpes de la vida que a veces nos tumban, se ve abocado a pedir limosna a la salida de un supermercado. Dios no lo quiera, es solo una manera de hablar. Suponga usted también que, dada su simpatía personal arrebatadora, su buena educación intachable de Maristas, su dicción impecable y sus lánguidos ojos, se forra con las dádivas de los viandantes. Pero que se forra de verdad. Suponga que ese froiz ( léase fruád) en el que ha tenido el buen sentido de sentarse a la puerta, con un vaso de plástico de botellón y un perrillo pulgoso juguetón, está situado en el mejor barrio de Wall street o cualquier otro salmantino que en el mundo haya sido. Y suponga que ha tenido usted unas limosnas, libres después de impuestos, de 13,2 millones de euros en ese año 2021 que creía nefasto, habiendo pasado pandemias, hambrunas e inflaciones. Ha tenido usted, por su ejemplar comportamiento, una felicitación por escrito del encargado del supermercado que, si sus pantalones no ofreciesen unas lamparones propios del monte de los Olivos, hasta se habría decidido a invitarlo a cenar en un restaurante de tres Capitán Garfios. Yo lo conozco un poco a usted y estoy seguro de que, una vez cerrase ejercicio fiscal, su avaricia no le llevaría a pasar otro año por esa experiencia, sufriendo frio y calor, mucho frio y mucho calor, y alguna roña sarnosa que necesitase tratamiento de uso tópico. Con lo que había sonsacado ese año tenía más que suficiente para llevar una vida digna por los restos. Usted sabe que no ha robado a nadie pero en su fuero interno cree que ha sido excesivo tanto emolumento compasivo voluntario y tiene la sensación de que hay un poco de estafa en ser más rico que aquellos que se decidían a practicar la caridad a las puertas del supermercado. Toma entonces las de Villadiego, vuelve a su vida feliz de antes de su desastre financiero por burbuja radiactiva y hoy paz y mañana gloria. Recapacitando un poco, con su palillo en la boca, jamás se le pasará por la cabeza el pensar que es usted un ladrón y un miserable. Le remorderá la conciencia unos quince días posteriores al balance de cuentas pero al fin y al cabo pensará que nadie se ha visto perjudicado más allá de unos pocos dólares de vellón, que han pasado de los bolsillos de incautos desconocidos al suyo, sin necesidad de practicar el atraco a mano armada, el robo con escalo, el tráfico de drogas, el secuestro exprés, o el recibo de la luz de Ibertrola, Naturmix o cualquier otra sociedad anónima filantrópica.
Atentamente,
Lázaro Isadán
P.D.: según el diario Cinco Días de 24/06/2022 el consejero delegado de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán se subió el sueldo un 8,23% hasta los 13,2 millones de euros.