Estimado Moncho:
Sin que sirva de precedente y en la seguridad de que seré generosamente recompensado con un ducado, un marquesado, una baronía o una secretaría general, por este peloteo, hoy voy a defender a dos almas perdidas que se pierden por la boca lo mismo que se perdía Luciano Pavarotti en el restaurante: El ministro Garzón y el alcalde Almeida.
A Garzón no le gusta la carne en ninguna de sus formas, eso es evidente, es un hombre que prefiere unos espárragos trigueros hervidos sobre un lecho de berza de segundas nupcias que un filete mignon con salsa de champiñones, pero lo que ha dicho sobre la mala calidad de la carne de animales criados en grandes macromaxigranjas es una verdad como un templo agnóstico comunistoide. Yo -por fin tenía que ocurrir- puedo hablar con plena propiedad de esto porque soy originario de la zona de Galicia, incluida la India, en la que se cría la mejor carne de vacuno del mundo, allá por las Frieiras, así que estoy de acuerdo en que una chuleta carcelaria es mucho menos sabrosa que un pedazo de ternera que correteaba como una ídem por los altos montes de las estribaciones de la Sierra Segundeira, momentos antes de encontrarse con la Estadea de las vacas: difícil es el camino de los vivos, todos los seres estamos en manos de Dios, ¡Alabado sea!.
Las macromaxigranjas de animales domésticos y salvajes son una porquería, pónganse como se pongan los encorbatados urbanos dirigentes políticos de nuestro enfosfatado país. Ellos no beben agua, estoy seguro. La producción de purín en grandes cantidades es una mierda, y su vertido a las aguas es un delito tan ecológico que sería necesario un departamento estricto y minucioso como la consellería de medio ambiente de la Xunta, el ministerio de transición ecológica, o el seprona, para acabar de una vez con todo ese montón de asquerosa polución contaminante. Nunca mais. Pero no tienen tiempo porque están intentando evitar la mala suerte del Barbaña, regato que sufre periódicas avenidas de espumoso que nadie sabe de dónde proceden: o son los marcianos o los inmigrantes, hay que decidirse. Si las macromaxigranjas necesitasen grandes cantidades de mano de obra estemos seguros de que habrían sufrido ya una deslocalización total y estarían contaminando aun más el tercer mundo superpoblado por obreros especializados en cobrar poco, junto a las fábricas de bolsos, zapatos, camisetas, bellas arrugas, muebles étnicos, microchips, plásticos y componentes para telefonillos de portal.
El otro problema es que no sólo de pan vive el hombre y comer hay que comer, porque si no comes no vas a crecer, ya lo decía mi madre. No se puede volver al canibalismo como solución para acabar con el hambre en el mundo, lleno a reventar de personas humanas y de las otras, sería muy estresante ver aun a más gente en chándal reflectante corriendo de un sitio a otro para huir de los gordos y poderosos que hoy en día todavía no se atrevieron a dar el paso porque están con la dieta depurativa de percebes y borgoña tinto.
Pueda ser que la Humanidad del futuro, tan bien afeitada, peinada, teñida y tatuada, se alimente con pilulas perfeccionadas, otro negocio más para las farmacias, pero yo, que pertenezco a la Edad de los fosfolípidos y el colacao, voy a intentar hacerme con un churrasco de vez en cuando. O con un lacón con grelos y patatas, con perdón. La digestión pesada no me va a impedir olvidar que Garzón, el ministro innecesario, tiene razón: el que quiera carne de calidad que la cace con sus propias manos y flechas o que la cultive en su casa con maíz transgénico importado de Ucrania. La otra carne es un producto degenerado que se comen los clientes de las grandes superficies, y al final da igual comerse un rosbif con coles de Bruselas que un pollo al chilindrón, porque todo sabe a tofu de soja procedente de la deforestación del Amazonas.
En cuanto a Almeida y el nombramiento de Almudena Grandes como hija predilecta de Madrid, decir que si fue a cambio de aprobar los presupuestos, alguien se dejó comprar para aprobar los presupuestos a cambio de una Hija Predilecta. No creo que a ella le hubiese gustado mucho ese conchabeo, el asunto podía esperar. Estoy seguro de que si Almudena fuese de derechas la propuesta sería su beatificación y subida exprés a los altares, vía decreto ley, con rinconcito en la catedral que ya lleva su nombre, gracias a dios. Sería de justicia divina poética y novelística y no se podría pedir otra cosa además de leer sus Obras Pías Completas.
Atentamente,
Lázaro Isadán