Estimado Moncho:
Yo no he sido invitado a participar, siquiera en calidad o cantidad de oyente simpatizante, en el Congreso federal del Psoe de España en Valencia, valga la redundancia. ¿Porqué habría de serlo si yo no tengo nada que ver con el partido más allá de compartir ciertas amistades recalcitrantes en ambas direcciones, que cuando lean esto seguramente se alejaran un poco más de mí, evidente prueba de que las amistades soldadas con la conveniencia no forjan lazos que el Tiempo no destruya fácilmente con su soplo cruel, cuál Eolo sobre las frágiles velas de Odiseo. Y he de confesar que si hubiese recibido una invitación a asistir, aunque sólo fuese como mero oyente simpatizante, hubiese acudido a los fastos del pegamento de afinidades dispersas que se han producido en Valencia. Y además, yo, que soy un erotómano de primera, me hubiese sentido muy halagado si en alguna de las ponencias, el ponente, que no ponedor, o la ponenta, que no ponedora, me hubiesen dedicado una sonrisa de complicidad como queriéndome decir, tú sí que sabes de lo que estamos hablando, tío. Porque a tenor de los resúmenes de la prensa que tanto nos quiere aplastar, lo que se ha sustanciado en este Congreso del psoe de España, valga la redundancia, ha sido el meollo de lo que piensan los dirigentes de turno, dos puntos, sobre el sexo y el sexo de los ángeles, doble de sexo con gotas de angostura. ¡Cuanta gente había allí entendiendo de lo que se hablaba!, porque si uno no entiende de lo que se habla ¿a qué viene, entonces, aplaudir tanto? Zapatero nos salvó de ETA, él solito, disfrazado de capitán de la ONG Benemérita Mundial; Felipe abraza a Pedro y los dos quedan con las huellas de las zarpas incrustadas en los trajes de emidio tucci; Rubalcaba que estás en los cielos; todos y todas vamos a ser menos y menas, sólo habrá cuarenta fichas en la nueva ejecutiva. Y como somos todos colegas nos vamos de tapeo y horchata a fotografiar amaneceres rojos a ciento sesenta por hora y la foto no sale movida porque el que se mueva no sale en la foto. El que dijo esta gran frase digna de Lichtenberg, Don Alfonso Guerra, que andaba por allí, también le ha metido un directo de izquierda a los aplaudidores de cabras, pobres bichos, tan queridos… ¡pero si los machos de la Legión no tienen cabras, que tienen macho cabrío!, y los aplaudidores de cabras desfilantes, después del desfile, se van a su pueblo a tirar una desde el campanario para celebrar el día de la Hispanidad de España, vale más una tradición bien entendida que una novedad ecologista.
Volviendo al sexo bizantino del Congreso del psoe de España y de Cartagena y Murcia y otros cantones, los socialistas demócratas han acordado derogar la reforma laboral que ellos ayudaron a poner en marcha, y van a acabar con la prostitución con la que, seguramente, no tienen nada que ver, con la única ayuda de los multadores de usos, costumbres y disfrutes, todos a la cárcel, “fuego sobre Sodoma y Gomorra”, dice el arcángel Pedro; por fin alguien va acabar con el oficio más antiguo del mundo; de momento solo se prohibirá la prostitución femenina; y los prostitutos, o sea, los chaperos, y sus clientes y sus chulos pueden estar tranquilos que ya les llegará su hora, aun no tienen que pasar a la reserva activa o pasiva. Las hetairas heteras venden su cuerpo, pero ¿cómo se les llama a los que venden su alma, réprobos, que sois unos réprobos? Cuánto me hubiese gustado estar en Valencia para aplaudir con las orejas, que son las pequeñas alas de ángel que me han salido de recién nacido y aun no se me han caído, no como otras cosas relativas al sexo y al género de los ángeles, que las tengo por los suelos y he de buscarlas con ayuda de la bujía de una alcuza. Necesitaría un Congreso para levantar el ánimo pero tendré que esperar a que alguien me invite.
Atentamente,
Lázaro Isadán