Estimado Moncho:
Por si alguien quisiese hacerme caso, desde el otro lado de ese abismo que se abrió entre nosotros y nuestros mandarines, semejante al que se abrió ante Telma y Luisa, quiero aportar mi granito de arena al asunto de la educación, de las leyes de educación y de la educación sentimental de los muchachos. Un granito de arena no es nada entre toda esa arena que hay en las playas pero aun hay más mundos en el universo que granos de arena en el mar y en todas las playas de la tierra, incluida la de la Lanzada, así que algo es algo. Propondría, para empezar, que se crease una nueva asignatura obligatoria desde párvulos a mocetones bachilleres, y que se quitase otra, para compensar, esa para tontos, Educación para la ciudadanía, si es que aún existe después de Zapatero “el Prodigioso”. Para compensar y para que los padres de las APAS no me agrediesen por culpa del incremento desorbitado de deberes en dos minutos más al día, pobrecillos mocosos. Lo que propongo es instituir como obligatoria la asignatura “Constitución española. De los derechos y deberes de los españoles”, es decir del preámbulo y el titulo 1 de la Constitución. Poca cosa para dividir en diez años de estudio. Malo será, o bueno será, que eso no vaya calando en esas mentes fácilmente moldeables que son las mentes infantiles y adolescentiles. Pepito, que es listo como el ratón que se lleva el queso, acabaría sabiendo de memoria muchos derechos y muchos deberes. Y cuando llegue a la edad adulta, si es que llega alguna vez, puede, con fundamento y criterio positivo, juzgar críticamente lo que los políticos nos endilgan con una facilidad y una vaselina pasmosas. Todos ellos hablan ahora de reformar la Constitución y ninguno de cumplirla, ni siquiera la han leído; de leer algo solamente leen el resumen de su extracto bancario; el resumen, no la totalidad, para, de un vistazo, saber si le han sisado alguna dieta por concurrir en el Parlamento a unas comisiones de investigación sobre las bragas de la abuela.
Pepito, por ejemplo, se interrogará sobre lo que es libertad de expresión o simple insulto, sobre lo que es respeto a la propiedad privada y derecho a la vivienda, sobre lo que es derecho a la propia imagen y la invasión de la intimidad. Se preguntaría Pepito, que ahora ya es Pepe, o d. José, sobre los privilegios anticonstitucionales de los poderosos, mantenidos y aumentados con leyes hechas a su medida. Se preguntaría sobre la usura anticonstitucional de los bancos y la ilegalidad constitucional de su rescate, sobre el nepotismo anticonstitucional de los partidos políticos, sobre la desigualdad anticonstitucional de sexos, sobre el abuso aconstitucional de las compañías telefónicas e internáuticas. Se preguntaría en dónde acaban las interferencias del Estado grande y las de los Estaditos pequeños y sus meapilas de la Patria ( y decimos que llueve) y dónde empieza la libertad personal. Quizá se pregunte, Pepito, porqué no puede utilizar una de sus dos lenguas nativas y debe usar y estudiar, a cambio, un lenguaje de extranjeros que acabará farfullando con una novia polaca. Y también se preguntaría porqué el Estado echa al mundo, en su paritorio legislativo, leyes denominadas mordaza, que sirven para quitar los bozales a sus perros guardianes y ponérselo a Josiño, pobriño.
Como dicen ahora lo analistas de deportes políticos mi propuesta no tiene mucho recorrido. Además de la asignatura de Constitución española habría que recuperar como obligatorias Filosofía, Latín, Griego, Literatura y Arte porque otros hombres, antes de nosotros, algo pensaron. Mucho me temo que quién tuviera que incrustar estas asignaturas de tres horas a la semana entre otras como “Matemáticas para la igualdad de género”, ”Lenguaje inclusivo LGTBI” y “Ciencias Naturales de los animales y sus derechos humanos” no está por la labor. Un Pepito cualquiera que sepa de sus derechos y deberes, que piense mas allá de su teléfono móvil es un peligro para esas instituciones resesas y rancias que son los partidos, verdaderas habitaciones sin ventilar, que verían como los ciudadanos son más difíciles de amansar a pesar de feisbuc, campañas de internet, enemigos exteriores inventados, amenazas a la patria del barrio y Rh positivos, negativos y neutros. Ya sé que cuando se tratase de obligar a todas las Españas de ultratumba a enseñar en sus colegios dichas asignaturas, todos los clérigos zombis carlistas volverían a tirarse al monte con sus txapelas (incluidos “los boinas negras” de Lababia), sus urnas funerarias, sus trabucos y sus moqueros de colores llamados banderas.
Pepito y yo somos unos ingenuos reincidentes, qué le vamos a hacer, querido Moncho.
Cuídese del virus y feliz Navidad.
Atentamente,
Lázaro Isadán