Estimado Moncho:
Mal asunto este del transfugismo. Huele, hiede, tira patrás. Más que transfuguismo hay que hablar de fugismo, de expelencias anales. Los tránsfugas, fugados, son los hermanos Dalton de la chiquitipolítica de la provincia de Ourense , se fugan uno detrás de otro de la cárcel de Utah y Ran-tan-plan, el perro de Lucki Luke es el encargado de dar con ellos. Como pasa siempre en el comic, el perro dibujado no huele nada y sigue pistas falsas, por ejemplo la pista del “desgobierno de un pueblo”, “no podíamos permitir que esta situación se enquistase”, “el bien común está por encima de ideologías”, vienen todos a decir, con lo fácil que sería seguir la dirección de la peste que trae el viento. Si yo fuese el mentado Ran-tan-plan seguiría la pista del olor del dinero. Del mal olor del dinero. ¿Cuanto huele una fuga? Pero yo no soy un sabueso, soy más bien un perrucho de palleiro. El olor del dinero es lo que me da los vientos. ¿Cuánto cuesta, por ejemplo, una fuga desde la prisión federal del psoe, en la que se ha permanecido a la sombra del almendruco durante 20 años para evadirse a otro banquillo ( no es el de los acusados, de momento) y ser alcalde durante dieciséis meses para dejar paso después al muchachote que lo era antes de las últimas elecciones, en Viana do Bolo? No lo sé, yo sólo me dedico a olfatear el ambiente, que está muy caldeado, cargado, como una fosa séptica. Siguiendo con ejemplos ilustres, esto del transfuguismo se parece al título de la película de Woody Allen “Toma el dinero y corre”. O aquella otra película, menos ilustre pero más pornográfica, titulada “Quítate tú que me pongo yo”. El dinero siempre llega de noche en una bolsa de satén negro con el símbolo del euro dibujado en la entrepierna. Ya, pero ¿quién pone la pasta? No lo sé, pero por el olor diría que en lugar de chercher la femme hay que chercher al Beneficiario, funanbulista malabarista de la chiquitipolítica provincial. Cuando alguien se deja comprar hay alguien que compra, alguien que pone el parné. Es la ley de la oferta y la demanda, tan querida de neoliberales en bicicleta. En esto de los pactos de caballeros que se reparten el tiempo de la alcaldía después de paparse unas costillas braseadas con güisqui , hay algo de juego infantil en el que nadie quiere ser el portero, todos los niños quieren marcar goles, te quedas diez minutos y después me pongo yo, sólo que a veces el delantero se olvida de irse a la portería a cumplir su parte del trato. En un concello próximo a Viana del Pollo, Riós, hubo, in illo tempore, dos partidos que pactaron la alcaldía – qué lastima que no pudiese haber dos o tres alcaldes como en Andorra- dos años para cada uno, pero el que tenia que irse no se fue, más aún, siguió de alcalde, y el otro candidato se quedo descompuesto ( de la barriga, vamos) y sin novia. Lo dicho, olor de letrina. La chiquitipolítica sin traición no sería nada, no tendría el más mínimo interés. Así que yo me atrevería a aconsejarle al señor Montesinos, alcalde a priori y a posteriori, que se ate bien los machos ( y las femias) porque a lo mejor, cuando quiera jugar de delantero centro en el Viana F.C, no le va ser fácil dejar de ser portero. Quién traiciona una vez puede hacerlo varias, y ya no estamos, indudablemente, en tiempos de Viriato. Cuando aquel caudillo fue asesinado por algunos viles colaboradores suyos, éstos no cobraron un denario por el “trabajito”, porque “Roma no paga a traidores”. Aunque, a lo mejor, ahora ya sí.
Atentamente,
Lázaro Isadán