Estimado Moncho:
Al abrigo de vientos y mareas, oculto a la vista de la gente, solitario y feliz en mi cubículo de Lababia, reflexiono unos instantes sobre esas palabras de la alcaldesa de Vic arengando a sus huestes. Predica, esa señora, la necesidad de que los catalanes autóctonos, que en cuerpo mortal de catalanes autóctonos hablan catalán pero conocen también el castellano (repare usted en el pero) cuando contesten a los interlocutores, que por su aspecto físico parezcan extranjeros, lo hagan exclusivamente en el idioma de Salvador Espriu, así les parta un rayo y no entiendan una mierda de lo que les está diciendo la alcaldesa de Vic. La reflexión es un tiempo imposible de medir. A los lentos de entendederas como yo cualquier pensamiento complicado les puede llevar años y estas palabras lanzadas al vent, al vent, me han causado una bifurcación intelectiva que casi me lleva al pasmo y de ahí a la muerte cerebral. Por una parte, en las primeras doce horas he estado intentando comprender cómo se distingue a un catalán autóctono en pelotas de un turdetano autóctono en pelotas, incluso si se les permite decir una tontería a los dos en cualquier idioma. Qué concurso para la tele. Por ejemplo José María Aznar hablaba catalán en la intimidad y parece tan feo y parvo (alelado) como don Carles Puigdemont cuando habla inglés con un valón o con un flamenco de Doñana. Ay amor. Como distinguiría esta señora quién era quién en su origen ¿Por el tacto? Los topos, aunque son ciegos desarrollan una hipersensibilidad en el hocico que les permite detectar lombrices y larvas. Puede estar ahí la respuesta.
La segunda cuestión es mucho más peliaguda y me ha quitado quince minutos de siesta. Si el lenguaje se ha creado para la comunicacion; si el lenguaje humano en su forma hablada, regurgitada en algunos, ha ido sofisticándose hasta la creación de un idioma y ha sido creado para que la gente se comunique entre sí ¿qué sentido tiene contestar en arameo a alguien que está hablando contigo en arabigoandaluz, si se dominan ambos idiomas? Si esa señora alcaldesa de Vic estuviese ahogándose en la playa (toca madera) y por la orilla pasase un extremeño nudista con boina (los extremeños pasean mucho) ¿en qué idioma pediría socorro? ¿Se dejaría llenar los pulmones del agua salada y plastificada del Mediterráneo para defender sus avanzadas ideas, o esperaría a que pasase por allí un jubilado de Calafell para entablar con él una premurosa conversación de salvamento marítimo nupcial? Es una pregunta a la que no encuentro respuesta en este siglo. Voy a esperar al que viene a ver si mientras tanto a las imbéciles racistas les cambian el nombre y les llaman imbéciles racistas, que es como se decía antes en todos los idiomas mientras la gente se iba entendiendo a golpes.
Atentamente,
Lázaro Isadán