Cartas desde Lababia
Ha llegado a mis oídos, a esta lejana tierra de Lababia, que el Club Social que usted tan diligentemente dirige en Ourense ha convocado un premio concurso de poesía. Lo de club social no me lo tome a mal, yéndose por los cerros de Úbeda, hacia aquella película estupenda en la que Henry Fonda y James Stewart heredaban el peculiar establecimiento de señoritas. No, con lo de club me refiero a su significado literal, esa reunión de actividades e inquietudes alrededor de una taza de café, como si fuese un ateneo para paseadores vespertinos sosegados y desvelados noctámbulos incandescentes.
Bueno, volviendo a lo del premio de poesía, he de decirle que cuando conocí la noticia lo primero que se me vino a la cabeza es lo difícil que lo tienen siempre las personas que cumplen el oficio de juzgadores de versos ajenos. Yo, por ejemplo, nunca podría ser jurado de un tal concurso (ni de nada), porque confieso mi incapacidad para saber qué sea Poesía. A lo más que llego es a saber qué no es poesía. No me pasa como al burgués gentilhombre de Moliere que hasta la edad adulta no se enteró de que hablaba en prosa y que, quizá, si hubiese sido un personaje de Lope de Vega no lo hubiese sabido nunca. Con saber qué no es poesía no me parece suficiente para saber qué lo es, y menos aun para suponer mayores méritos a unos versos sobre otros, pero algún valiente tiene que tener claro eso, porque concursos y premios son necesarios y suelen ponernos delante a escribidores que nos dan gratas sorpresas literarias. Como unas cosas llevan a otras, también se me vino a la cabeza unas frases que le escuché decir el otro día a un locutor de radio, dedicadas a una colaboradora suya, con una voz engolada y profunda como la de aquel narrador del “Viaje al Centro de la Tierra” de Rick Wakeman, y que, creo, pretendían ser poéticas . Dijo el oráculo lo siguiente, dirigiéndose a la dama : “…eres una larga antena de oro donde se enredan el aire, los duermevelas y el gemido de todos los renuncios…” Y añadió: “…ella es una forma de inventarle un corazón al Tiempo “. Le juro que me quedé patidifuso como un personaje del TBO. Por más que le daba vueltas a estos versos blancos no atinaba a encontrarles el derecho ni el revés, no podía adivinar qué podía haber querido decir aquel hombre tan satisfecho de haber parido. Y por eso, allá arriba, le he dicho que sí sé lo qué no es poesía aunque alguien pretenda dejarme preñado con la profundidad de la Nada. En este caso el encuentro fortuito de la máquina de coser con el paraguas, en una mesa de disección, parecía más bien una cita a ciegas preparada por una agencia matrimonial de corredores de comercio. Puede haber ripios en un soneto, ripios en una redondilla, en un verso libre y en versos negros como la pez. Y en un pretencioso programa de radio. Campoamor es un ángel comparado con algunos.
En fin, le deseo mucha suerte a usted en su justa poética, y a los desconocidos miembros del jurado y a los verdaderos poetas que se atrevan a presentarse, les digo que he rezado un poco por ellos ante los altares de Lautremont y de la musa Calíope, para que los inspiren en su dificilísima encomienda. Yo, por mi parte voy a seguir hablando en prosa, que no es lo mismo que hablar en plata, aunque a veces se parece.
Un afectuoso saludo,
Lázaro Isadán