Miguel de Cervantes se pelea en el puticlub
«Parece mentira», nos dice Miguel, «nosotros perseguidos por querer llevar estos audios a la Justicia y el Gigante Griñán libre como el viento por haber afanado millones de vellón»
Actualizada 01:30
Osera (Orense). Abril de 2023. Soy el Quijote gallego, me ha resucitado D. Miguel hace un tiempo; vivo al lado del Monasterio, también conocido como el Escorial gallego. Me llevo bien con las personas del pueblo y también hablo con los muertos. Por las noches siento una inquietud creciente, parece que los muertos se han enfadado porque el Gobierno de España está endemoniado.
Ahora mismo Miguel está a mi lado, dándole vueltas al coco. Yo soy capaz de adivinar sus pensamientos: piensa en esta época y quiere reflejar lo que sucede. En la España actual suceden cosas que de alguna manera se parecen a las de los pasados siglos. Las guerras contra el Islam continúan, recuerda la batalla de Lepanto, en la que participó. Las épocas históricas son distintas pero se parecen en algo. La naturaleza de las personas tarda mucho tiempo en evolucionar. Han pasado 500 años y las personas siguen tropezando en las mismas piedras. Ahora Ucrania, Rusia, Afganistán, Siria… y un montón de guerras en donde nos seguimos matando y la gran mayoría de las personas sin saber por qué.
Una llamada de móvil apartó a Cervantes de sus pensamientos.
–Hola Miguel, soy el tito Berni y como sé que a ti te gustan mucho las historias para dar vida al Quijote te invito al Ramsés. Aquí tenemos unas buenas amigas que te van a gustar. También hay algún secretario de Estado, directores generales, diputados y demás fauna que andan metidos en negocios un poco «especiales», ya sabes, tráete al Quijote y vente pacá que te ponemos al día.
Pues nada, allá vamos. Miguel me dice: «Coge al perrito y a la perrita (Dulci y Nea) y vámonos a la Corte, al Ramsés. Primero pasaremos por la cueva de El Cercano, en Orense, que allí los caballeros de la mesa rectangular nos ayudarán en el viaje». En el camino nos encontramos con una mujer (¿qué es una mujer?) que nos recita por el camino: «Voy por el bulevar, donde pasa el metro, hay chicas muy guapas y muchos golfos. Vagabundos hambrientos dormidos en los bancos y viejas muñecas que hacen la calle a los 65 años. Del día al día, de la noche a la noche, a la bella estrella, así es como vivo. ¿Dónde está mi estrella? Yo nunca la he visto y aún así callejeo durante la noche en los barrios perdidos. Del día al día, de la noche a la noche, a la bella estrella, así es como vivo. Son estrellas raras, es una vida triste».
Sin prisa y sin pausa llegamos a la rúa Cardenal Quevedo y encontramos la Cueva. Cuando entramos con los canes, los caballeros, que ya nos están esperando, se levantan y el Ceremonioso toma la palabra y nos dice: «A través de esta puerta apareceréis en el Ramsés. Tened cuidado pues allí se reúnen mafiosillos disfrazados de políticos». Dulci y Nea miran y olfatean el panorama y nos colamos por la puerta y en un plisplás aparecemos en el Ramsés.
El tito Berni nos recibe con los brazos abiertos mientras nos presenta a uno que se hace llamar «el Chino». El Chino no es que hable mucho pero lo que tiene de más impresionante es que puede hablar también cuando no habla. «El Chino es mi mano derecha», nos dice el tito Berni, mientras nos pone unos audios (publicados por Alvise): «Llegará el señor de Madrid, hará su trabajo y lo que tenga que hacer». «Del 5 por ciento y los 100.000 euros estancados: te dan la noticia mañana que te va a gustar». «Sobre los 300.000 euros de energía, se va a quedar así (…) yo por la otra línea te voy a facilitar la ayuda para los tractores a fondo perdido…»
«Voy a ser lo más explícito posible (…) yo tengo que cerrarlo, a mí me están presionando de arriba… tengo al señor Segura ‘ciérrame el expediente’ y es que no es fácil cerrarlo».
Así se negocian mordidas y tráfico de ayudas públicas (voces de A. Navarro y el empresario E. Banús).
Así es como está el patio. Y esto no es nada, hay un montón de audios más.
Yo, el Quijote gallego, veo a Miguel muy concentrado en algo, y sé que en este preciso momento está recordando tiempos pasados: «Enredado estás con muchos lazos. De la casa y de la infancia. Tus hojas fueron siempre las primeras de primavera. Tus flores son el orgullo del verano. No había un árbol tan bonito. En todo el campo. Nos sentamos bajo tu sombra. Y los niños corrían a tu alrededor… Arrancaron las bonitas bayas rojas. Y se colgaron collares. Mi madre, todavía la veo… Ella nos sonrió. Con la pequeña Luisa en su regazo y Rodrigo en sus rodillas».
Ahora Miguel sale del trance del recuerdo y grita: «¡Esto está todo podrido! ¡Podrido! ¡Podrido!» Mientras sigue gritando salimos en estampida del local con los canes abriéndonos paso. Un secretario de Estado nos quiere parar y Miguel le da un empujón. Una vez que estamos a buen recaudo vemos llegar una ambulancia y nos enteramos de que el secretario de Estado está malherido.
Ahora estamos en busca y captura. «Parece mentira», nos dice Miguel, «nosotros perseguidos por querer llevar estos audios a la Justicia y el Gigante Griñán libre como el viento por haber afanado millones de vellón».
«No os preocupéis que yo tengo experiencia», continúa Miguel, «he sido esclavo casi toda mi vida y estuve varias veces en la cárcel (la Justicia es Injusticia). Aún me quedan varios amigos en España que nos esconderán de la persecución. Después de entregar los audios a un juez amigo seguiremos derribando molinos Griñanescos».