Desde los inicios de la humanidad, ésta siempre luchó por ser libre. El cine lo ha tratado en ocasiones al describir amos y esclavos. Quizás la más clara es la fantástica película protagonizada por Kirk Douglas “Espartaco”, basada en una novela histórica de Howard Fast que describe la lucha por la libertad de los esclavos. Termina con una esperanza: la libertad de la pareja e hijo de Espartaco. Desgraciadamente, millones de personas de todas las etnias, blancos incluidos, siguen siendo esclavos.
La humanidad vislumbró un atisbo al finalizar la Edad Media con el Renacimiento, pero pronto por rivalidades entre países y la ambición de los poderosos se fue apagando esa luz. Tuvimos que esperar hasta el inicio de la Ilustración para que volviésemos a ver una pequeña luz. La Revolución Francesa y el nacimiento de la era industrial dieron al traste con todo, dando paso al nacimiento del liberalismo capitalista. Tanto sometió a la humanidad que alguien dijo en los inicios de los años 1930 que el socialismo fue inevitable como contrapeso, aunque desgraciadamente para la humanidad pronto se dividió en dos, siendo uno de ellos el marxismo que dominó media humanidad durante el siglo XX. El liberalismo no supo reaccionar, sólo concedió ciertas libertades individuales y de países, hasta que en el Foro de Roma, que tantas veces he citado, no han parado de actuar, desde una “era de frío” hasta la “emergencia climática”, sin olvidar lo que han ido cambiando para que no se les notase que querían recortarnos libertades. Lo hemos visto en la reunión de los 8, Foro de Davos, Foro de Río y aprovechando al máximo la pandemia producida por el sars-CoViD2, conocido con anterioridad en las reuniones de las oligarquías. No hay matices en el maniqueísmo que la oligarquía mundial nos quiere llevar a la “nueva realidad”.