En 2017 se cumplieron 150 años del nacimiento de Marie Curie, quizás la gran olvidada a pesar de los dos premios Nobel en Física y Química, sin tener en cuenta sus aportaciones a la energía nuclear, y su trabajo en la aplicación de la radioactividad para curar el cáncer, solo por esto debía ser recordada, ya que abrió el camino para que casi un siglo después de su muerte se está consiguiendo con isótopos radioactivos dotados de Inteligencia Artificial (IA) “matar” únicamente a la célula maligna.
Para ella “nada en la vida debe ser temido, debe ser entendido”, cierto, a pesar de ello existe miedo político a las armas nucleares, y un miedo insidioso a la muerte y la enfermedad por radiación. En la mente de todos están los muertos de Hiroshima y Nagasaki y las imágenes que cada año nos muestran. Igual sucede con el gran terremoto de Japón, lo único que recordamos son los fallos, previsibles por su estructura antigua, y la falta de coordinación en atajar lo sucedido, no hubo ninguna muerte, por el terremoto 20.000 muertes y un tsunami con olas de 36 m. En Chernobyl 27 muertes entre los bomberos y 13 muertes por cáncer de tiroides, y sabemos que no era una central nuclear, era una fábrica de cabezas nucleares que desde el primer momento no tuvo protección. En estos momentos existen en el mundo más de 30.000 cabezas nucleares, 20.000 solo entre USA y Rusia de las cuales 4.000 están preparadas para poder apretar en cualquier momento el botón rojo y con destinos predefinidos. Es un riesgo que está en manos de los políticos, más peligrosas son las bacteriológicas y químicas que si se están usando.
Al temor se ha unido la preocupación por la influencia de los efectos naturales y antropogénicos (humanos) en el cambio climático. Son 46 los muertos por la energía nuclear tras las bombas hasta los primeros años de 1960, después ninguno, ¿cuántos por gas?. James Hansen: “Nuclear es parte de la solución para combatir el cambio climático”. El Departamento de Energía USA: sin carbono ni energía nuclear, el suministro no se puede estabilizar. La Agencia para la Cooperación de los Reguladores de la Energía de la UE llegó a conclusiones similares. Sin CO2 no habría árboles ni plantas, la humanidad y los animales no podrían sobrevivir.