El metano, bajo la forma de Permafrost o hielo combustible, tiene un poder calorífico entre 12 y 13,2 Kcal/Kg, 25 veces mayor que el dióxido de carbono, y lo tenemos en muchos lugares de nuestro planeta. Lo más cercano en la utilización que hacemos del Gas Natural en cocina, domésticas, restaurante y bares. No muy lejos en la maleza que crece que lo emite a medida que se va pudiendo por la humedad, en muchas Centrales Eléctricas que utilizan hidrocarburos o biomasa, y lo que ya conocíamos desde hace años y que ahora ha salido a la luz, en los hielos permanentes cómo los existentes en la tundra siberiana, en los hielos bolivianos, canadienses y norteamericanos, noruega, e incluso en los hielos del Tíbet. No podemos olvidarnos delas plataformas marítimas del Pacífico. Se ha demostrado cómo un producto energético al quemarse, lo que lógicamente ha llamado la atención de los países ya que podrían tener un nuevo combustible que duraría más de 4.000 años, sólo en el Ártico se estima que puede haber acumulado grandes reservas entre 1,4 y 1,85 billones de Tm. El problema es la extracción sin causar ningún daño al ecosistema, ni que incremente los gases de efecto invernadero, hay que tener en cuenta que 1 m3 es equivalente a 160 m3gas.
El equipo dirigido por Peter Köhler y Gregor Knorr, del Instituto Alfred Wegener en la ciudad alemana de Bremerhaven, ha identificado al permafrost como una posible fuente de metano y dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero, liberados súbitamente a la atmósfera hace 14.600 años, supuestamente debido al deshielo del suelo de permafrost del Ártico. Tengamos cuidado.
Se ha encontrado una momia llamada Otzi por el lugar donde llevaba más de 5.000 años muerta por ántrax. Posteriormente se han ha desenterrado cadáveres en diversas partes, en el norte de Canadá, Bolivia y en la estepa siberiana. También se han encontrado animales muertos por la misma enfermedad, y bacterias no conocidas, de momento controladas. Sabemos que el ántrax cómo arma biológica lo tienen diversos países, en especial USA y Rusia en donde existen varias toneladas, así como de otras enfermedades letales dispuestas para ser lanzadas en cabezas de misiles, forman parte de la “posible” y temida guerra biológica.