
Couto y fútbol
El Couto, este campo de fútbol que de pequeño me despertaba tanta ilusiones de porvenir, donde los domingos de invierno iba con mis padres con la manta de turno para calentar las piernas que iban a permanecer quietas durante casi dos horas; el Couto donde el campo embarrado hacía de los jugadores casi gladiadores, más esclavos por sus mínimos salarios que ídolos de ahora, del éxito social y económico sin demasiada solidez intelectual. Fui a