
El café
Gómez de la Serna afirmó que “los cafés son humanos, demasiado humanos, así que mueren porque son mortales”. Tal vez sea así, pues a cambio del pago de una modesta consumición se ocupa una mesa el tiempo que cada uno quiera; incluso, si hay complicidad con el dueño, es lugar donde se puede escribir novelas enteras y ejemplos no faltan para ello: desde Pla, Sender, Baroja, Larra, Umbral, Benet, Camba, Cunqueiro, Ridruejo, Delibes,etc, hasta el