Camina despacio, arrastrando un poco el pie derecho. Por el camino que lleva a la fuente, al llegar la tarde, va. Son casi trescientos metros desde la casa, trescientos metros de tierra pisada, de piedras incrustadas y de alguna rama. De vez en cuando, algún malvavisco se cuela entre los helechos y cada vez que sopla el viento, un diente de león se desprende liviano como un suspiro. Camina despacio. Apenas se detiene. Sabe que la fuente no está lejos pero aún así tiene prisa por llegar. Algunas veces, cuando los días se vuelven recios por la helada o cuando el agua de la lluvia moja demasiado y el camino desaparece como si se hubiese ahogado, aparta el visillo de la cocina y deja que vuele la mirada pero sin ver nada. Camina despacio, arrastrando un poco el pie derecho. De niña, una mala caída la había dejado casi lisiada. De recuerdo, aquel pie que no obedecía lo que ella le mandaba y aquella cicatriz desde la frente atravesando la cara. En su casa no hay espejos, ni pintura para los ojos, ni rojo para los labios, ni cintas para el pelo, ni perfumes ni galas. Tampoco rencor ni rabia. Y cuando llega a la fuente, se sienta al borde del estanque que recoge el agua que sobra, mira, sonríe y sin que nadie la oiga, a veces canta. En su casa no hay espejos. No los necesita. Tiene el agua temblorosa de aquella fuente donde se refleja su imagen, sin cicatrices ni marcas, como un espejo del alma.
Espejo de agua
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Carlos Garcia-Manzano
Carlos Garcia-Manzano
Él es Carlos García-Manzano amigo no sólo de elcercano, donde cada semana participa activa y entusiastamente en nuestro programa de radio, con su sección"Todo Letras" acercándonos a este mundo de relatos inéditos, creados por él mismo, y cada cual más original. Hoy comparte sus historias no sólo por las ondas radiofónicas sino también por estos espacios virtuales.
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