OBJECIONES, LAS MÍNIMAS
Mi familia me acusa muy a menudo de ponerle excesivas objeciones a todo, a la sopa, a la fiesta del pueblo, al nombre escogido para una sobrina, al hombre del Tiempo… así que nadie se ha extrañado de mi ultima hazaña: he sido obligado por las circunstancias a hacerme objetor fiscal. He dejado de pagar impuestos directos y me he inclinado, más bien diría que aplastado, por los indirectos vía impuesto del valor añadido