CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA PERDIDA
Cuando el crítico de arte Aganalgo César, de la tribu de los Plafones, allá en la Amazonía, cabe el alto curso del rio Marañón, fue llamado a participar en un simposio de críticos de arte en Nueva York, no se podía imaginar que su prestigio tendría una devaluación tan enorme como la del marco alemán tras el Tratado de Versalles. Si lo hubiese sabido jamás hubiese abandonado la plácida vida que llevaba en el