Letra con cacao.
Me ocurrió algo sorprendente. Yo, los libros de cuentos los empiezo siempre por el último, y voy avanzando a cucharadas hacia el principio. Es una vieja manía, una vieja costumbre, que no me ha dado ni más ni menos alegrías que el método del misionero de practicar el sexo de los libros, de principio a fin, yo arriba, el cuento abajo. Hago lo mismo con el periódico, así nombrado diario. Empiezo siempre por el