EN EL QUICIO DE LA MANCEBÍA
Ha empezado el ruido de cacharrería de las elecciones. Lo de siempre, cambian los collares pero no los perros. Unas carrancas caen al suelo y alguien las recoge. En un partido se apuntan doscientos para encabezar la lista, en otro ya vienen comidos y meados de casa para no perder el tiempo. La cuestión es no perder el sitio, y los empujones en la fila se dan con la punta de la navaja