Los patanes han heredado la tierra, bienaventurados los patanes. Casi es universal en la tribu humana el sentimiento de la hospitalidad, ese sentimiento que, aunque el invitado no sea muy de nuestro agrado, no se comporte con demasiada educación, se limpie los mocos con la servilleta y mire con lascivia a nuestra hija la soltera, hace que nos comportemos con él con una cierta cortesía hipócrita en la esperanza de que jamás volverá a hollar nuestros umbrales con sus botas llenas de barro y jamás volveremos a verle su fea cara de desgraciado cabrón. Y aun es ese sentimiento más acomodado, arraigado y ancestral cuando nuestro invitado ha entrado en nuestra casa con nuestro permiso, ha traído un pequeño presente, se comporta con una educación exquisita y se disculpa por las molestias que nos ha causado en nuestra vida rutinaria. A este le franquearemos las puertas de nuestra casa las veces que quiera. Sin embargo los patanes han heredado la tierra, unos con la fuerza de la corrupción y otros con la falacia de la democracia del voto. Putin es un patán, Trump es un patán, Sánchez es un patán (da un poco de pudor poner a un vulgar timador carterista al lado de dos malignos acendrados piratas ladrones). La práctica de la hospitalidad con sus invitados es una obligación para quién representa a una Nación, a su buen nombre y a sus intereses. Frente a la Aldea Global, con todos los ojos de los vecinos puestos sobre nosotros y nuestra familia, no se puede expulsar de la casa con una patada en el culo (y aun menos si solo somos realquilados), a quién ha sido invitado a ella por nosotros. No solo es de patanes sino de hijos de puta. El comportamiento de esos zarrapastrosos pedazos de morcón con zurrapa en los calzoncillos que son El Patoso Donald Trump y su lameciruelos vicepresidente Vance es de tal bajeza que no entiendo como El Naranjas aun es presidente de un país que ha dado de lo mejor de la civilización occidental de estos dos siglos. Bueno, sí lo entiendo porque, a la vista de los comportamientos en este invernadero de capullos que es el actual Gobierno de España, uno ya puede entender cualquier degeneración política, cualquier manipulación de la Verdad, cualquier bajeza hipócrita. Ni pan ni sal ofrecen estos psicópatas, todo deviene farrapada de estiércol dialéctico y gestual en sus maneras simiesco carnívoras. Trump y Putin y Sánchez seguirán con sus planes de dominio de voluntades a base de retorcer la realidad porque han visto que sus desmanes son refrendados por gentes sin capacidad de reflexión, sin principios morales y sin remordimientos de una conciencia de la que carecen. Por el mundo anda levantado un vendaval de perversión y de pervertidos morales que arramblan con todo lo que pueden para engordar su caldo, sin preocuparse de respetos, de inocentes, de hospitalidades y de consideraciones ajenas. Ni siquiera se esconden para robar a punta de navaja ni de pasear sus putas con nuestro billetero en ristre. Nosotros no lograremos nuestro propio perdón porque hemos confundido el respeto con la sumisión. Bienaventurados los borregos baladeros porque heredaran la tierra. Esquilmada, Quemada y Arrasada. Bienaventurados.
