Es indefectible, en cuanto el novato funcionario judicial/jurídico atraviesa el túnel de Guadarrama, o entra a Madrid por la carretera de Zaragoza o de Toledo, su cerebro empieza a hervir y le hace creer que es una mezcla reencarnada de Papiniano, Gayo, Ulpiano, Modestino y Paulo pasada por el tamiz del Concilio de Nicea y se pone a parir doctrina jurídica, sin epidural para los ciudadanos. El efecto de la droga madrileña (no cabe otra explicación que la de la intoxicación metabólica centralista y monárquica por efecto de sustancias estupefacientes mezcladas en los brebajes que trasiegan) se deja notar incluso entre los bedeles de los juzgados, que leen en el váter a Cicerón en latín y lo comentan con su esposa en el lecho, pero sus efectos son muchísimo más instructivos y destructivos entre algunos jueces y fiscales de carrera que deberían andar con las preocupaciones a cuestas de defender al Estado y sus ciudadanos frente a quienes quieren atacarlo, y lo que hacen es subirse a un escenario a desnudarse de sus prendas íntimas mientras resbalan lascivamente en una barra engrasada de aceite de adulación al Poder, sea este el que sea. El hecho de que la Fiscalía General del Estado se dedique ahora a tiempo completo a desmentir bulos es síntoma de que están flipados todo el día. La cuestión es servir a su Señor, –al fin y al cabo un sujeto de final incierto pero seguro–, mientras los siervos de la gleba, que somos todos, les pagan el buen salario. La Fiscalía General del Estado para desmentir bulos; la Abogacía del Estado para defender y exonerar de culpa a narcos, golpistas, separatistas, terroristas, asesinos, xenófobos, corruptores de las instituciones, ladrones con despacho oficial, trincadores de ayudas a parados, ladrones embozados con mascarillas sanitarias, esposas espantadas… Si seguimos así los jueces de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo quedarán para el servicio de atención al cliente de Amazon y el Corte Inglés, respectivamente.
Las campañas electorales en este nuestro país necesitarían de un plus de sentidiño del ridículo (hoy este sentido está completamente anulado por la ausencia de vergüenza ajena), al contrario de lo que ocurre en las campañas electorales de USA en las que tanto da votar a Gargantúa como votar a Pantagruel. Pero de USA lo copiamos todo, hasta los andares. La Oposición de derechas que tenemos ahora frente al Gobierno de Ultraderecha Socialista, lo que cree es que hacer oposición es presentarse a una oposición a funcionario, una oposición a cargo de libre designación electoral que le permita sestear durante otros ocho años, mirando el enorme tablón del despacho Oval que ellos sueñan como cama con dosel y que es una mesa más plana que el electroencefalograma de Tutankamón. Y con los trienios y los lustros engordando la nómina; y con los puntos por complemento de destino y alguna dieta por visita domiciliaria al Ibex. Un chollo, esto de aprobar las oposiciones a burócrata con mando en plaza. Por eso a esta Oposición actual, que se parece a un retén de una funeraria de barrio, se le escapa que la campaña electoral requiere una imaginación negada a los bartleby durmientes. Así que le voy a dar una idea gratis, no como ellos, que lo cobran todo: no hay más que llamar Gafe a Sánchez para que este país de supersticiosos crónicos se vuelque en masa a repudiar al Maldito. Si uno se fija un poco en estos años que han pasado desde que ese hombre ha llegado a ser presidente, se tiene que concluir que nunca se había dado tal cúmulo de desastres naturales y artificiales como desde que gobierna el susodicho Cenizo. Comenzó con la pandemia, continuó con la infección grumosa que atacó al feminismo, siguió con el desastre del volcán de La Palma, la excarcelación innecesaria de violadores y de asesinos etarras, de delincuentes comunes disfrazados de asesinos servocroatas, la lapidación de la igualdad de nacionales ante la ley; y concluyó, de momento pero no se augura nada bueno entre esos nubarrones, con la inmensa tragedia del Levante español, mucho más español hoy que nunca. A un ladrón, a un contrabandista, a un salteador de caminos, muchos españoles lo soportan; a un capitán de barco pirata corrupto lo soportan y lo votan, pero los españoles a quién no aguantamos es a un gafe, es una reminiscencia hereditaria medieval, es algo que llevamos en los genes y contra los genes y contra la libido desbocada nadie puede luchar. Así que ya saben los inútiles de la Oposición de Derecha Española: a por el Gafe con todos los argumentos irracionales a su alcance, sin olvidarse ni por un instante de deshacerse de los suyos propios, no vaya a ser que otra vez don Tancredo Rajoy les vuelva a estallar en las narices. Mientras esté este Gafe en Moncloa no nos tocará la lotería de Navidad.
A mí, Doña Pilar Alegría de la Exhuerta cuando comparecía después del consejo de ministros y no decía una a derechas (recordemos que, a pesar de las apariencias, es de izquierdas) se me parecía, como una gota de agua siamesa a otra, a aquella marioneta de los ojos saltones y la boca desmedida del pesado de José Luis Moreno, llamada Monchito. Pero con la filtración involuntaria, a los medios afines y delfines, de esas “Instrucciones de uso para tontos y ágrafos”, de los argumentos del Gobierno en defensa de lo indefendible, ya no queda duda ninguna. Todos sabíamos que cuando Monchito decía impertinencias quién le metía la mano por el culo, para hacerle mover la boca, era el que de verdad estaba hablando con la barriga, porque se puede ser ingenuo y creer en la poesía juglaresca pero de eso a creer que los muñecos hablan por su cuenta hay un abismo. Si antes sabíamos que cuando Doña Pilar Alegría hablaba el que de verdad hablaba era su Jefe de la Moncloa con el estomago (lleno) ahora no nos cabe tampoco ninguna duda de que, además de la Alegría Portavoz, también la Vicetiple Montero, los Tíos Oscar y los ministros bufones don Sebastián de Morra, Calabacillas y don Antonio el Inglés, cuando emiten opiniones ante los medios de comunicación, lo que de verdad están haciendo es expeler los eructos sincopados de ÉL, el Supremo de la Moncloa, ventrílocuo de fama mundial.
Qué le vamos a hacer, todos los tontos políticos necesitan su molinillo para ensimismarse mientras una sonrisa emboza su rostro y se mean en los calzoncillos. Ahora resulta que la idiosincrasia del puro idioma aragonés es que para decir algo distinto del castellano hay que añadir a la frase el dificilísimo de pronunciar vocablo “Pues”. Por ejemplo, si un memo como yo, tan gallego, digo “hace un calor de los infiernos” la traducción, que requiere tres años en escuela de idiomas, sería, “hace una calor de los cojones, pues ”. Se ve que Aragón queda muy cerca de la Rioja en donde nació un castellano más bien bamboleante; y muy cerca de Bilbao, pues. Pero ya el colmo de la majadería idiomática de exclusividad aristocrática es lo que ha soltado Juanma Moreno con la defensa nutritiva del idioma andaluz, cuyo principal mérito es comerse la final de las frases y palabras y usar latiguillos para sesiones sadomasoquistas de Barbie y Kent, como por ejemplo ozú, tu mare, chiquillo que arte tieneh y ezto tieneh una grasia que no se pué aguantá, jozú. Nuevos retos; y una película de Manolo Escobar y el teatro de los Quintero elevados a acta fundacional del nuevo idioma que, al parecer, surge a borbotones del alma de los andaluces. En Radio Nacional de España hay una locutora que lleva de su mano un programa titulado “La hora de Bach”, un programa que me encandila el alma sensible, a Bach no lo tumba ni una mala digestión. Pues bien, la mitad de sus frases están aspiradas por el acento andaluz de Juanma y la otra mitad por una hambruna crónica propia de alfabetívoros. Si Bach hubiese dejado sin escribir la cuarta parte de las notas de su música, sus cantatas y conciertos serían un verdadero coñazo y Schönberg no hubiera nacido. Algunos compatriotas me son difíciles de entender pero les tengo mucho aprecio y mucho respeto. A otros no tanto.