Parece que el 43% de los vascos encuestados no está por la independencia, y el resto “pues depende”, como nosotros, los gallegos de la escalera. Espero que la encuesta no la haya hecho el Taltezanos. Pero para qué coño iban a querer la independencia estos 43% de los vascos y los otros “in depende”, si de hecho ya la tienen. Los que no la tenemos somos las escorias de hispanos que dependemos de ellos para que los piratas dejen de saquearnos. Si los políticos vascos, que ya gestionan sus impuestos, sus dineros y parte de los nuestros, se decidieran a dejarnos tranquilos, a lo mejor este caos en el que nos han sumido los filibusteros podría acabarse de una vez. Pero qué va, nosotros pidiendo la independencia de vascos y catalanes y ellos erre que erre creyéndose más españoles que Iñaki Williams y Anso Fati y negándose al divorcio exprés. Y Rufián de cañas por Madrít. A veces tiene uno miedo de que lo malinterpreten y de que estos de los partidos nacionalistas vascos y catalanes vengan a casa a preguntarme por el atrevimiento de querer separarme de ellos, que a ver quién iba a pagar el colegio de los chicos y con quién se iba a quedar el perrito, quién se lleva los discos de Leonard Cohen y quién avisa al cura de que no hubo penetración. Me entra el pánico y desisto del divorcio, pero a fe mía que me entran ganas de irme a buscar tabaco y que dejen de traer a casa a sus amigas, que se beben mi whisky de 12 años, esas mangantas.
“Malbarruntan las ovejas…”. Yo también tengo mi teoría sobre el asunto del Señor Lobato. El Señor Lobato tiene una diferencia con respecto a los otros señores que le siguen el rastro, y es que él puede irse a su casa tan tranquilo y los otros perros con carrancas no tienen donde caerse muertos, de ahí la saña con la que lo persiguen, desmigajándose las uñas por esos cotorritos. Sin embargo, amen de otras características físicas sobre las que no quiero decir nada, este Señor Lobato es, sobre todo, un cobardica, se ha sentido acorralado y ha intentado confundir a sus perseguidores protegiéndose baja las alas, siempre acogedoras de los cuervos de la Ley. “Tomad perros la borrega, sana y salva como estaba…” Vano afán, inútil intento, ni una cosa ni otra le servirán para nada. Será despedazado y con sus tripas se harán vihuelas para que dancen las damas. En Sevilla. Resucitará, como Osiris, un lunes por la mañana cuando se dirija a su puesto de trabajo honrado en Hacienda, mientras los perros de los hierros, que sólo saben sestear, seguirán rondando la majada a la espera de que el pastor les arroje unos huesos mondos y no les arree con la cachaba por ladrar demasiado alto a la luna rebajada.
Algunos de Vox no son más Tontóx porque no entrenan. Y cuando se deciden a entrenar se van al campo del rival a soltar gansadas y a admirar a los hinchas en la bancadas, al Congreso de los Imputados. Ponerse a alabar a Franco y su desecho de virtudes a estas alturas, es como cuando los fieles castristas dicen que con Fidel la caña del azúcar crecía que era un primor, de abajo a arriba. Si estuviésemos en el XIX, con las guerras carlistas como deporte nacional, este sujeto de Detóx que salió a velocipear en la tribuna del Congreso ya se hubiese pegado dos tiros en cada pie con su trabuco. Y Rufián partiéndose, con la risa, el culo, que ya lo tiene como una cajita de El Caserío, lleno de porciones. Si es que cuando no hay tontos suficientes hay que sacar alguno más del congelador.
He intentado sortear el Gran charco televisivo del Colorado levitando sobre las cenagosas aguas pero al final me ha sido imposible, he resbalado y me he sumergido en la imágenes del 41 Congrasa de Sevilla. Se me acusa del abuso de neologismos y de juegos de palabras sin sentidiño pero me da igual, me reitero en mis viejos vicios. No sé qué puedo estar haciendo yo descojonándome de algo como el 41 Congrasa de Sevilla, no tengo perdón de dios. Cuando oigo que el ideólogo señero de este congreso ha sido Zapatero me entra la arcada por culpa de la risa. Creo que soy un hombre respetuoso con las cosas verdaderamente serias de la vida y qué gran acierto hubiera sido celebrarlo en la Semana Santa sevillana capirotada. Y qué me dicen de celebrarlo en Cádiz en carnaval, gran concurso de chirigotas y charangas…, o en Sanxenxo, coincidiendo con la Feira do Marisco, regado abundantemente con Albariño; y con Villagarcía por allí cerca, por si hay que hacer más pan “pa” tanta gente. No he tenido esa suerte: falta de rigor publicitario, una grande, libre y única idea, mucha caja roja de Nestlé y tirantes de los enanos de santa Claus para todos. En fin, me he duchado y he salido hecho una pena. Una lástima de tiempo perdido. Yo hubiese puesto unas casetas de trasquilado para que peluqueros de renombre hicieran esculturas capilares a los congresuales, al estilo de Kim Jon-un, umh.. en lugar de vender toda esa cacharrería trasnochada de pins, camisetas, y marionetas con gorrito. Cuando hay que estar unidos, y que se nos reconozca de lejos, como a los parvulitos de carmelitas, nada mejor que un uniforme progresista.