Y allá vamos como la Sonda cohete Magallanes a hacer el ridículo a las Indias Orientales, a recadar nuez moscada y otros negocietes especiados. La esposa del esposo, en la foto de la visita a esa familia lejana que son los indios de la India, va vestida con los colores apropiados del pollo tandori que tanto agradecerán los anfitriones. Qué mezcla más explosiva de sabores que se suben a la nariz a través del otro sentido, el de la vista gorda. No hay recato, el almirante de primera comunión indio, los primos del virrey, la secretaria del maharajá y la princesa de Willy Fog de calamina y el templo maldito en el banquete de los perversos. Los indios ricos son muy ricos, hablan un inglés perfecto de cachemir y cuando hay que inventar el cero no se andan por las ramas. Pero qué bien hubiera estado que don pedro se pusiese unos trapos alrededor de su geografía almodóvar, tal que la sabana santa de Gandhi, y ella un sari perlado de perlas en lugar de perlado de sudor frio ¡Cuánto más elegante el blanco algodón de Benarés que el amarillo sufrido de un ocaso inminente!
Parece la foto de una pedida de mano en los viejos tiempos, con la familia del novio, de clase baja, y la familia de la novia de alta alcurnia con dieciocho apellidos mogoles. Se han tomado demasiados aperitivos de negocios bilaterales y andan todos con ganas de mear. Demasiado alegres me parecen como para pensar que pueda tratarse de un funeral, aunque los cadáveres bajan flotando por el Ganges. Mi más sentido pésame.
Si se preguntan qué falta en esa foto se lo voy a decir y no me den las gracias: en esa foto lo que no se ve es la Oveja Muerta, que el cadáver está tapado por sus señorías de la majada. Todos los pastores se apoyan en sus cachabas y se ponen a discutir la manera de guisar al pobre bicho, que es usted, pringado. Cuando hay que discutir las prebendas de RTVE se discute, sin que les tiemblen los muertos ni los vivos: para Presoe las dos paletillas; para Podredumbres las asaduras; para los catalanes el costillar; para Sumás un zanco; y para el Pene uve el otro y la lana. 100.000 euracos al año por ser consejeros de una televisión pública y para que nos susurren al oído a todos nosotros sus elevados momentos de reflexión ética: “y ahora unos consejos publicitarios”. Mientras se reparten esta oveja muerta el país real no sale del estupor por la tragedia levantina. Miserables
Y a otra cosa, mariposa: tengo la impresión de que los dirigentes del Pepé están a sueldo del Presoe porque, si no, es imposible de entender su torpeza constante, sus ganas de encharcarse en los pozos más resecos, su afán por meter la gamba en momentos tan simples de la realidad en los que bastaba con guardar una relación coherente entre lo que se dice y lo que está pasando. Pero es que la inercia de la irrealidad constante en la que habitan desde hace tanto tiempo les hace olvidarse incluso de lo más sencillo, que es que ellos son tan culpables de la corrupción y de la falta de previsión como sus colegas socialistas en el Gobierno. Ahora va a resultar que la culpa de todo este desastre, de esta tragedia horrible en el levante español, la va a tener el hombre del tiempo, la AEMET, precisamente por haber invocado a todos los infiernos de la lluvia, avisándonos de lo que nos iba a caer encima. Matemos, pues, al mensajero, que no es Uno de los Nuestros. Llevan casi cincuenta años, unos y otros, exprimiendo la teta de la vaca nacional para hacerse un caldo gordo en el que chapotean como los cerdos en el albañal. No han sido capaces de crear las infraestructuras necesarias para evitar ninguna catástrofe y eso que ellos, con el negocio del cemento y el asfalto, han amasado muchas fortunas, y la única conclusión que saco de toda esta felación es que los españoles se la sudan, perdóneseme la grosería doble en castellano. Al final, cuando los muertos estén a buen recaudo, cuando las ayudas para la rehabilitación no lleguen, cuando los que vivimos lejos nos vayamos olvidando de todo porque en las Noticias se van cayendo, por viejos, los titulares, va a resultar que la culpa de esta inmensa desgracia la tiene el chachachá y las faldas cortas. O Dios, que manda la lluvia a dónde no debe, con lo cerca que está Africa.