LUNES
Algún día se sacarán de la manga, una manga con corte de mangas y otras puñetas, una ley orgánica o un decreto ley para regular el uso de los tendederos del patio de luces de la casa de su chofer. Si les estorba que la sedición sea un delito, legislan; si les estorba que la malversación lo sea en grado sumo, legislan; si molesta que la traición sea delito grave, legislan; si les jode que el terrorismo sea muy delictivo, legislan; si el voto telemático no está permitido por el Constitucional, legislan. Si la prensa pincha-precios chincha, legislan. Tenga usted cuidado, mi hermano peatón, salga a la calle con cierta aprensión, procure pasar desapercibido, porque si un mal día ellos reparan en que tiene usted cara de bilioso por la situación del país esté seguro que ellos legislarán. Y cuando legislan…
MARTES
En sendos artículos de opinión de El País he leído otras dos veces la expresión “gota malaya”, la última vez en uno de Manuel Jabois (Jabón). Si se referían (y se referían) a métodos de tortura, había que señalarles a estos opinadores literariamente tan interesantes, que la expresión puede ser “gota china” o “bota malaya”, la gota malaya no hace referencia a ninguna forma de tortura. De momento, porque una vez que una expresión inapropiada hace tenaza en el cerebro de oyentes y lectores, acaba por apropiarse de nuestro vago pensamiento (vago por lo de no llevar trabajo) y todo el mundo acaba torturándonos con majaderías como “gota malaya”, “punto y final”, “la crónica de una muerte anunciada” (leído en la solapa de García Márquez), o “hacer aguas” (para referirse a un barco que se hunde, en la creencia de estos papagayos de que el barco, o lo que sea que flota, se pueda hundir mientras mean el capitán y la tripulación).
MIÉRCOLES
A la vista, y al oído, de las fórmulas que sus señorías, los nuevos parlamentarios europeos de nuestro país, han utilizado para iniciar su largo camino de trincamiento en lejanas tierras, he echado de menos una locución que ninguno se ha atrevido a usar. Han utilizado la borrascosa de “por imperativo legal”; y otras más rimbombantes, que acogían en su seno a las patrias nativas, a la justicia social, a los derechos humanos y a la Europa de los Pueblos, abstrusas lindezas demagógicas. Sin embargo ninguno utilizó la fórmula que creo es la más válida y realista en esta ocasión: “¡si, juro por los dinerillos que este cargo me va a permitir embolsarme y por tener unos ingresos que jamás sería capaz de adquirir si tuviese que realizar un trabajo al que acceder con el solo bagaje de mis méritos. Juro y juro y vuelvo a jurar, los peces en el rio por ver a Tododiós trincar!”. Cada vez que escucho a estos patriotas jurar sus nóminas abundantes con sus locuciones de retiradas del oficio, ya castas y honradas por imperativo de la edad, a mí me entran ganas de jurar en arameo.
JUEVES
El asunto tiene su enjundia. Un juez que se ocupa de los tejemanejes de la esposa de Napoleón (el de “Rebelión en la granja”) parece ser que se ha despertado con dos DNI, o sea dos documentos nacionales de identidad. Se ha mirado al espejo para proceder a peinarse y a afeitarse y no ha sabido con cuál de los dos empezar el arrastrillado y rasurado capilares. Extraño proceder, por lo menos, el de uno de los dos portadores del DNI, el juez duplicado, nadie puede Peinarse y Rasurarse al mismo tiempo. Por otro lado el presidente del Tribunal Constitucional ha amanecido con medio DNI español y otro medio siciliano; con una felicitación en 3D por su cumpleaños y un carné Oro del psoe que le permite entrar gratis en los garitos de carretera. De entre estas dos noticias falsas hay que escoger aquella que es más falsa. Una vez que usted se haya decidido, coja el teléfono y llame a la centralita de Al Rojo Vivo, programa de pseudoinformación amarillo al que le van a caer unos millones de la lotería de la Moncloa, y vote. Hay premio en publicidad institucional para todos aquellos que participen.
VIERNES
A la vuelta de la curva de Estafeta vienen los sanfermines como un toro desbocado. No me negarán que hago imágenes literarias como los partidos políticos hacen chorizos y buti-farras (con putas y cocaína). Yo me he puesto, con el cronómetro en la mano, a contar los minutos que va a tardar el ministro Urfaustum, o como demonios se llame, para condenar ese maltrato animal, y es que nunca hay bastante pegamento en las calles para que esos bichos no se escoñen contra las vallas que ha puesto el Ayuntamiento de Bildu. Animaliños. En Espadaña, los toros son de derechas excepto en Pamplona, que empitonan siempre por la izquierda. Y, además, Pamplona está en Navarra. Y el tiro en la nuca y el descabello se parecen mucho en su forma y resultado. Uno es maltrato animal, el otro lucha política.
SÁBADO
No sé si todavía existe el ministerio de Agricultura o el de Pesca en este gobierno español con telemando vascocatalán, y tampoco quiero perder el tiempo en averiguarlo. Si existiesen, debería ser el señor ministro o la señora ministra de Agricultura o de Pesca el que debería encargarse de habilitar el pasaporte pornográfico (el pajaporte) para acceder a los aeropuertos de despegue y otras estaciones de empalme de la internet guarra, en lugar del ministro de Seguridad Social, artífice del bodrio. Su ley, aprobada en una cama redonda en la Moncloa, podía llevar como título genérico el de “Poner puertas al campo, al mar y a los vientos”, un título poético para un asunto tan rastrero. En mi pueblo, cuando yo era pequeño, y supongo que hoy, que sigo siendo pequeño, los puteros siempre eran los que daban los consejos eróticos más desternillantes. Ponentes de la ley contra la pornografía: koldo búlgaro y tito berni, hay que escuchar siempre la voz de la experiencia. Pero ahora que es el ministro de la Seguridad Social el que se ocupa de este camasutra lo que me preocupa, a mi edad proba, es que para cobrar mi pensión me hagan renunciar a mi dosis mensual de pornografía. No me gusta el dilema de la salud frente al dinero.