DOMINGO
A mí no me gustan las corridas de toros, creo, soy un gallego más bretón que tartesio; y tampoco me gusta el maltrato a los animales. Ni a las personas, incluyéndome, también, al lado de las pulgas y mis vecinos. A mí me gusta el pollo muerto frito, y si lleva un punto de picante me pongo cachondo, es lo que tiene dejar de lado otras libidos menos necrófagas. Y vuelvo a decir que no me gusta el maltrato a los animales, ni a los niños, con los niños tengo más paciencia que con los perros, pero ni a unos ni a otros me los como a besos. Como estoy haciendo un curso de poesía en un taller de escritura (“taller”: se ve que vuelve la moda de la poesía social) puedo decir que tampoco me gusta el maltrato a las flores, por egoísmo, ya que, una vez chafadas, me quedo sin el otro motivo literario del que dispongo, al lado de los amores desgraciados. Qué puedo decir, me produce rechazo que un tarugo se dedique a pisotear las rosas, las margaritas, las petunias o los jacintos que el ayuntamiento de mi pueblo ha plantado en esa rotonda de la nacional 525 en la que se han producido tantos accidentes, como un homenaje fúnebre con carácter preventivo a las posibles víctimas mortales que van a ocurrir. No, rotundamente no me gusta el maltrato floral. Y sin embargo mis condiscípulos del taller de poesía no me han podido negar que un jarrón con narcisos también les conmueve agradablemente y los incita a mariposear ascendiendo a los cielos en volutas de adjetivos mullidos, nebulosos, etéreos. “Son flores cortadas en su más tierna infancia, un crimen intolerable, espantoso” ha dicho la única voz disonante y discordante que hay en nuestro grupo y que se está especializando en elegía y panegírico para premios culturales nacionales y municipales, con ministro y alcalde analfabetos en el jurado.
LUNES
No sé de qué van a hablar algunos (y yo) cuando cesen al ministro Puente y no den importancia a las importantes tonterías que larga por esa boquita de yacimiento de Atapuerca. Las redes sociales son el eco de los grillos, de las ranas y de los rebuznos más “ostentóreos”, que diría el orondóreo don Jesús Gil y Gil. Ahora la política interior y exterior se sustancia a golpe de comunicado por X, despejadme la incógnita. Yo tengo que reconocer que lo que dijo Puente sobre el Presidente Milei no estaba muy lejos de lo que yo pensaba, ya que algunas de sus ocurrencias boludas parecían propias de alguien con cierta confusión estupefaciente y su aspecto exterior no le ayuda mucho si va a pedir un préstamo a un banco generalista sin solvencia ética (verbigracia, el Banco Mundial). Pero es que lo que dice Puente me parece lo mismo que lo que dice Milei, y ya no digo nada de sus maneras en la mesa, masticando con la bragueta abierta. El hecho de que “Puente y Yo” hayamos coincidido en unas ciertas apreciaciones sobre una persona a la que no conocemos de nada no quiere decir que hayamos descubierto un secreto bien guardado o una verdad inmutable. Hay gentes que parecen imbéciles desde la distancia y que de cerca no queda ninguna duda, y viceversa. Como no hay bastantes enemigos fachas en este país hay que ir a buscarlos a otro muy lejano, cuyos paisanos hablan casi como nosotros pero mucho mejor y más abundante; y “Puente y Yo” deberíamos ser más reflexivos, prudentes y diplomáticos y guardar nuestras consideraciones inanes para momentos más adecuados como pueden ser las barras de los abrevaderos que ambos frecuentamos aunque nunca al mismo tiempo. Por suerte yo no comparto la idea que tiene Puente sobre su Puto Amo, sobre el Califa de los Creyentes o sobre Kim de Corea del Norte y eso me redime un poco ante mis amigos argentinos, que los tengo, uno de ellos, dios lo bendiga, solo come churrasco de ternera gallega.
JUEVES
Salgo a la calle con la sensación de que se me ha olvidado algo importante: apagar el fogón de la cocina de gas, cerrar la ventana del salón por la que entrará a ráfagas la lluvia, pasar el cerrojo a la puerta de casa. Es una sensación desasosegante que me corroe el alma pequeña durante unos momentos hasta que el tráfago y el absurdo de la vida cotidiana van ocupando su lugar para hacer que mi subconsciente se ocupe de otras minucias aun más estúpidas. Esta mañana cerré la puerta con calma, repasé mentalmente mis rutinas y di por bueno que todo lo que quedaba a mi espalda no me traicionaría. Y, sin embargo, en mi trayecto hacia la parada del autobús había un pelo que se me clavaba en el pescuezo, había una china en mi zapato, había un paraguas olvidado en algún lugar indeterminado. ¿De qué podía tratarse, de dónde podía venir ese malestar? Miré al cielo nieblado, miré al suelo ensuciado, miré el cogote de un viajero y no encontraba el origen de mi zozobra, hasta que adiviné la causa de mi desazón: el informe de tres relatores ficticios de la ONU que concluye que la democracia española sufre un cáncer irrecuperable: el descrédito que ciertas comunidades autónomas han causado en la memoria histórica (memoria histórica, vaya, vaya), la falta de respeto a algunas víctimas y no a otras. La ONU ha puesto sus ojos sobre España, por fin, ya iba siendo hora. Y entonces una laxitud moral desfibró mi cuerpo. Ahora respiro tranquilo, ya sé que alguien está ocupándose de nuestra democracia deteriorada, imperfecta. Solo espero que envíen un batallón de cascos azules para hacerse cargo de la situación y nos hagan volver a los viejos recuerdos a base de bastonazos en la cabeza. Mi desasosiego enfermizo ha desaparecido y respiro aliviado. Yo, que pensaba que la ONU solo había servido en su larga historia para que en el vestíbulo de su edificio se rodase una secuencia de un asesinato de la película de Hitchcock, qué equivocado estaba.
VIERNES
Su descaro es absoluto. Su desfachatez no tiene límite. Ahora resulta que algunos de los que se presentan a las elecciones catalanas (qué cansado estoy de algunos catalanes, me tienen hasta el moño) ya están pensando en que les conviene repetir elecciones según y cómo. Y los ciudadanos sodomizados que pasen otra vez por las urnas, uno a uno y, lo que es peor, que vuelvan a soportar de nuevo toda esa traca de fuegos fatuos, de farfolla indescifrable, de teatro de falsedades con lenguaje (catalán y puto español) para lobotomizados sordos.
SÁBADO
Eurovisión no le interesa a nadie, pero todos nos ponemos a hablar del acontecimiento cósmico como si fuese un abrazo entre Zapatero y un aborigen australiano, la paz mundial. Nosotros ahora nos hemos hecho importadores de turistas y exportadores de zorras y así podemos llegar a cualquier sitio porque con las zorras se pueden hacer abrigos para calentar a los frígidos suecos una vez que los animalitos, coitados, se hayan muerto de viejos. Tengo un sobrino, que ahora ya parece mi padre por lo serio que se ha vuelto, que de niño no se perdía un festival de Eurovisión y a mí me parecía que este festival era muy apropiado para el público infantil, siempre tan entusiasta e ingenuo. Hoy ya no puedo pensar lo mismo y me temo que a la cantante, concursante de Israel, la conviertan en la Cantante Calva esos valientes patriotas de toda la vida que después de las guerras siempre rapan a las mujeres perdedoras o que colaboraron con el enemigo. Hoy el enemigo de los valientes patriotas progresistas es Israel. Ayer, con la destrucción de las Torres Gemelas fueron otros, pero las cantantes de Irán no pueden cantar en Suecia porque Irán no está en Europa, que está en Oceanía, demasiado lejos para que nos ocupemos de sus cantantes muertas a palos. Rigurosa crítica musical religiosa, la de aquellas antípodas.