DOMINGO
Domingo de ramos, esa celebración ingenua y casi infantil dentro de una liturgia que se ha vuelto chabacana, huera, insulsa y excéntrica para los católicos y ya no digamos para nosotros pecadores; la celebración del recibimiento de un Mesías al que los Profetas quisieron ver entrar en Jerusalén como el vencedor guerrero de los enemigos del pueblo judío, jinete en un caballo rampante mayestático, pero que entra subido a horcajadas en un burro prestado, como un humilde campesino camino de la feria. La humildad cómica como parodia de la suntuosa tragedia. La volubilidad de un Pueblo Elegido que un día recibe a su Mesías con muestras de alegría y esperanza y al día siguiente lo hace ajusticiar como un vulgar criminal. Los rebaños cambian de opinión si Barrabás es un hombre tan guapo como Marco Antonio. Y tan honrado. Pudiera ser que el Cristo no muriese crucificado si no se hubiese metido con el negocio de los sacerdotes, mercachifles sufragáneos de las ofrendas del Templo. Lo mismo que años antes quizá Sócrates no hubiese sido condenado a muerte por impiedad y corrupción de la juventud si no se hubiese enfrentado a los negociantes de las ofrendas en los templos griegos. Dos hombres inocentes, la historia se repite, pero por ahora, antes de esas muestras de la oscura sangre caliente de la Semana Santa por la calle, la religión libre y fresca de los niños en el Domingo de ramos, con sus palmas, sus olivos y sus laureles. Hasta el sol está contento refrescado por una clara brisa sin pretensiones, tan humilde como el mesías que se aclama hoy con muestras de una sana fe que poco ha de durar en el calendario. Preparémonos para el espectáculo lúgubre que nos espera mientras las calles se abarrotan y el turismo se encumbra a industria imperecedera a costa de una cultura, un paisaje y una población mentalmente secuestradas por una clase política indecente, un Sanedrín de vendedores de crecepelo. Falta saber por dónde anda Pilatos, el de las manos blandas como berenjenas rellenas.
LUNES
Exprimiendo un poco más a Camba,–el pobre ya parece la concha de un limón en una güisquería barata–, se puede decir que Galicia era excedentaria en sardinas y en políticos. La producción nacional gallega de sardinas y de políticos era una garantía para equilibrar nuestra balanza comercial. De la producción de morriña no habla nadie porque la morriña, aunque tiene buena fama en los desiertos arábigos, no cotiza en Bolsa. Y digo que Galicia era exportadora de sardinas y políticos porque parece que se va a dejar de exportar sardinas con la disculpa de que nuestros pescadores van a dejar de pescarlas. Nadie dice nada de la exportación de políticos, pueda ser que para volver a equilibrar la balanza tengamos que exportar más de estos bichos, dios lo quiera. Los pescadores dejan de pescar sardinas porque en la ultima lonja les han pagado este delicioso animal al escalofriante precio de 0,15 euros el kilo. En la pescadería a la que acudió el reportero de turno a cubrir la segunda parte de la noticia, el cajón de las sardinas tenía una etiqueta de 5 euros kilo. “Están muy bien de precio”, dijo el pescadero, “dese usted cuenta de que con un kilo de sardinas come una familia”. Bueno, me digo mientras continuo masticando el telediario, una familia necesita algo más de un kilogramo de sardinas para comer, sin ir más lejos, a mi familia univocal las sardinas le gustan con unos cachelos y, si puede ser, unos pimientos de Oimbra fritos con unos perdigones de sal gorda por encima. Es decir, que el precio de las sardinas entre la lonja de Ribeira y la plaza de abastos de Santiago de Compostela se ha multiplicado por unas treinta veces (no unas 3000 como decía el reportaje suspendido en matemáticas) ¡Las vueltas que da la vida por esas carreteras de dios de la costa gallega! Si los políticos que exportamos a Madrid se preocuparan un poco por la producción de sardinas y otros asuntos agropecuarios, tal vez a los que ponen su trabajo esencial habría que haberlos protegido y habría que vigilar que los ladrones que asaltan los camiones refrigerados entre el puerto de mar y el puesto del mercado no secuestren varias veces a los pescaditos plateados para pedir después varios rescates millonarios por ellos. Hay que perseguir el delito allí donde se cometa y al delincuente en sus despachos. Ya no se sabe cuantos ministerios hay en Madrid, ni tampoco cómo se denominan, cambian con la luna y por cada amiguete se crea un nuevo ministerio. Van a necesitar IFEMA para los consejos de ministros. Mis últimas noticias eran que existía un ministerio de Consumo con un ministro a su cargo. Ahora vete tú a saber. Tendremos que esperar a que haya contrabando de sardinas para satisfacer algún antojo que no interrumpa nuestro embarazo, y pagarle a los mafiosos de la alimentación el precio que nos pidan. Mientras tanto dejaremos de comer sardinas gallegas y por san Juan tendremos que comer políticos a la brasa, mucho más correosos y menos sabrosos, dónde va a parar, y mucho más caros.
JUEVES
Aquí ni dios ve la Televisión Española y a pesar de ello la salud mental de los españoles no ha mejorado mucho sino al contrario; y ni dios, no se me tome literalmente, va a misa, y sin embargo las procesiones con pasos, figurantes y tallas de variado gusto, exaltación de la piedad popular, están de bote en bote, y de voto en voto, si no llueve. “Anque chova vota”, nos dijo la UCD y CÍA hace muchos años, cuando a los gallegos había que animarnos porque no estábamos acostumbrados, como ellos, a la democracia, entre las nieblas del noroeste y las borrascas anónimas y no sabíamos para nada qué eran los chanclos y el paraguas. Como ahora, que no sabemos votar si no votamos lo que ellos quieren. Si a la televisión pública no la ve ni dios, a lo mejor hay que privatizarla para que les sirva de algo a algunos más avispados que yo, lo mismo que hicieron los socialistas in illo tempore con Telefónica, para hacer caja, y que ahora quieren volver a nacionalizar, para descajar, porque no hay cama pa tanta gente y aun les quedan rumiantes que empesebrar. Si la Televisión Española no la ve nadie no sé a qué ha venido este espectáculo de lucha libre sobre barro que se ha producido en el consejo de administración de RTVE como si fuera telecinco, a veces con tanta mierda no se ve bien cuál de los contrincantes es al que se le ha caído el sujetador o los calzoncillos. Después de este nuevo capítulo de nomenklaturización soviética de lo público ya me estoy temiendo una sección obligatoria de rap polifónico multicultural, multirracial, multisexual y una Historia Musical del Progresismo en Radio Clásica, radio nacional de España. La nueva directora general de RTVE llevaba los méritos para acceder a su cargo escritos muy claritos en el envés del carnet del Partido: “un currículum impecable”, que diría Bolaños.
SÁBADO
La cuestión y su quid parecen no estar en si ese sujeto sin predicado coherente, ese calvo rasurado hasta las circunvoluciones, ese doble de malvado de película de superhéroe que le trae las zapatillas al Joker, ese rubiales, es un estafador, un ladrón o un corrupto de Mortadelo y Filemón tratando de tú a usted con árabes de opereta de Mariano Ozores. No, la cuestión del quid, para este país de bicicleta de un solo pedal, está en el beso robado, en esa muestra de patanería, de tarugacia, de abuso de poder de despedida de soltero de tercera regional. ¿Qué clase de País es este en el que se piden dos años de cárcel por un beso no consentido y se indulta a quienes han robado, han pasado la ley por la trituradora, han despreciado a la mitad de la nación que dicen defender y han puesto la igualdad, vaya por dios, de los españoles, como chupa de domine?. El castigo, me pongo a redactar el nuevo código penal a la altura de este narcotizado país, es despojarle de todos sus trajes a medida, sus vehículos de propulsión a chorras, sus cuentas pasadas y futuras, las de su abuela, las de su esposa y resto del harén, una patada en el culo y a darle de comer a los gorrinos en una macro granja de Moldavia-Turena. Y que duerma allí dentro en un camastro hasta que haya devuelto lo que ha robado, descontándolo de su sueldo. Después, en un alarde de compasión con los reos rehabilitados, el pobre Estado español, tan flaco, que le pida asilo político en Bélgica por cuenta de la RFEF. Y allí que bese a quien quiera, que nadie pedirá su extradición.