Ser racista no es lo mismo que ser tonto. Se puede ser racista y tonto, tonto y racista, racista y no tan imbécil, o ser muy inteligente y un racista de tomo y lomo, adobado. Todos creemos que nosotros mismos, nuestras humildes personas, -buenísimos somos cuando dormimos-, para nada somos racistas y mucho menos tontos. Los racistas y los tontos siempre son los demás y por supuesto unos “demás” a los que generalmente no conocemos más que de oídas: se puede ser racista y ser sordo. Los tontos sordos de Brasil se reúnen frente a consulados españoles para protestar por el racismo de España ejercido sobre los negros pobres de Brasil que vienen a jugar en un ricachón equipo Blanco. Hala Madrís. En el consulado de España en Sao Paulo hay la misma proporción de sordos que en la embajada brasileira de Madrid. Lula da Silva no parece sordo, no parece racista. Lo que no puede ser racista es un país; un país puede ser árido, seco, tropical, desértico, nórdico, sureño, capicúa, europeo, americano, densamente poblado,… pero jamás puede ser racista. En Brasil hay, objetivamente, más racistas que en España, porque en Brasil vive mucha más gente que aquí. Brasil es un país más poblado que España: indefectiblemente en Brasil también hay más tontos y más sordos que en España, en toda población humana hay una proporción constante de racistas y de tontos: a mayor número de habitantes mayor número de idiotas. Pero es que en Brasil hay mucho mayor número de negros e indios que en España. Eso ahora se está arreglando con la inmigración ilegal desbocada que está sucediendo, pero eso es harina de otro costal. De momento. Lo mismo que Brasil es un país sudamericano, Brasil es un país con una proporción de mulatos, zambos, blancos episcopalianos o católicos, cholos, criollos, blancos de ascendencia alemana, indios del Amazonas, y negros, muchos negros y negras. En Brasil hay unas ciudades enormes en las que hay unos barrios tan enormes como esas ciudades, llenos de favelas, construcciones ilegales, traficantes de drogas y mucha gente humilde que intenta sobrevivir a las adversidades. En Brasil se produce un asesinato cada 10 minutos, la mayoría de gente negra, pero eso no nos puede indicar que Brasil sea un país racista porque los países no son racistas. Brasil, país tropical, y amazónico, pero no racista. En el tiempo que he tardado en escribir esta farfolla han matado a otro negro en Brasil, pero España es un país racista, según el señor Lula y el Señor Vinicius. Volviendo de nuevo a la premisa, España es un país europeo, tiene un clima continental y otro mediterráneo, depende; tiene una población aproximada de 48 millones de habitantes y unos equipos de fútbol en los que juegan personas de origen brasileiro, negros, mulatos y algún blanco. Españoles futbolistas jugando en Brasil no conozco que haya alguno, aunque todo puede ser. Los grandes jugadores, negros y blancos brasileiros, vienen a jugar en equipos españoles y los jugadores blancos españoles van a jugar a Catar, un país desértico que no es racista pero que es un país de mayoría musulmana con una religión machista y en el que se trata a los negros y otras razas no árabes como a cafres. Esto último es una opinión objetiva, lo anterior también. Hay que reconocer que en España no juega ningún futbolista yanomani brasileiro. Se dedican a otras cosas los yanomanis, por ejemplo a esconderse de los garimpeiros que los masacran al por mayor. Brasil no es un país racista, es un país americano del sur con una gran selva en la que vivían tribus de indígenas que han sido exterminadas con la aquiescencia de las autoridades, de las oligarquías, de los militares y de los explotadores de minas. Pero Brasil no es un país racista. España, al parecer, sí. En España los árbitros vestían de negro hasta hace bien poco, ahora visten de fucsia, los pobres. En España a las madres de los árbitros se las trataba de mala manera en muchos campos de futbol. Las madres de los árbitros y sus hijos generalmente no eran negros. A Figo le tiraron una cabeza de cochinillo a la cabeza cuando iba a sacar un córner. A lo mejor los racistas que estaban en el Nou Camp creían que Figo, que no era negro, era un muerto de hambre y había que darle de comer. Pero Cataluña no es un país racista, es un país mediterráneo, ni el Nou Camp un campo de futbol racista, es verde. En Cataluña algunos creen que los que vienen de fuera son unos muertos de hambre. Blancos, como la vestimenta del Real Madrid. El Atlético de Bilbao no es un equipo racista, en el Atlético de Bilbao hay dos jugadores negros y no hay ningún jugador andaluz. Estoy desolado: el fútbol, que tanto me gustaba, es un juego en el que los sordos tontos dan rienda suelta a sus burros racistas y los llevan a pacer en el césped. Y si aun Lula da Silva fuese delantero centro rompedor podríamos ficharlo para la próxima temporada, que buena falta nos hace ascender a Primera División.