Estaba en casa dedicado al dulce oficio de soñar con un carnaval femenino en el que las mozas iban disfrazadas de desnudos boticcelianos. Bailaban como bacantes de provincia interior y, una en concreto, con un tatuaje de un corazón palpitante colocado en su muslo como único ornato, parecía haberse fijado en mí para propósitos indescifrables. Sueña uno cada cosa…Pero fue imposible descubrir hasta donde quería llegar aquella hurí, digna de Sardanápalo. Me despertó de la siesta el timbre histérico del teléfono fijo (eppur si muove) de mi domicilio. Mientras a duras penas recupero mi consciencia, mi cerebro, afectado por esos chillidos de cerdo en sacrificio, me está diciendo que tal vez deba prescindir de ese cachivache inútil que no me sirve para nada más que para que me mal despierten, me suban la tensión arterial, alguien se inmiscuya en mis asuntos y yo pierda una oportunidad inigualable de poner en práctica mis encantos ocultos y poder ligar, como ligaba cuando tenía tres años con las amigas de mi madre.
Al mismo tiempo que intentaba alcanzar el artefacto fonador con un escorzo imposible comenzaron unos incontenibles ladridos como el berrinche de un niño mimado y estúpido. La perra de mi vecina, castrada e histérica.
-¿Si?- pregunto con la lengua seca, un hilillo de baba pegado a la comisura de la boca y un susto de muerte torciéndome el gesto arrugado por la tela del sofá.
-Buena tardes, le llamo de Jodafón, ¿con quién tengo el honor de hablar? (Mal empieza la cosa, le digo a la parte viva de mi cuerpo, si alguien llama a mi casa y no sabe con quién habla. Aquella voz femenina me recordaba alguien, pero ¿a quién?..)
-Ovidio- le digo- llámeme usted Ovidio Nasón. (El porqué he utilizado un nombre tan ridículo lo sabré en otro sueño, si soy capaz de volver a dormirme. Maldita sea).La perra parece que amaina y eso me calma un poco. Pasa el autobús 7, descuadernado y loco.
-Bien, don Ovidio, estamos haciendo una campaña (¿Tienda de campaña?, se ve que sigo con ganas de echar otra cabezadita), y queremos ofrecerle nuestros servicios. Dígame, don Ovidio ¿cuantas líneas tiene usted? Yo reflexiono unos interminables segundos y pienso si no tendré tres líneas, es decir, largo, alto y ancho, sobre todo ancho. (Es que me estoy viendo el aro central de la barriga, a la altura del estómago que ruge como el león de Nemea)
-Tres, contesto ilusionado. (Ya se me empieza a olvidar la bailarina carioca, los ladridos de la vecina; y me gustan mucho los concursos).
-Bueno don Ovidio pues le diré que, con una velocidad de 600 megas ( no paso de los cien ni en autovía), con una línea de móvil y teléfono fijo sin límite de llamadas, así como con 120 canales de televisión (¿de dónde sacaré tiempo ni para ver los veinte, cuánto más otros cien, tendré que estar tirado todo el día delante de la tele, cuánto desperdicio, me pondré más gordo, dios mío), le saldrá todo el paquete por 34, 99 euros más IVA. Con tan solo un compromiso de permanencia de 1 año. (Matrimonio feliz que me espera)
-Qué barato -le digo- y ya veo en mi pobre imaginación el Paquete con un lacito, como aquel de los hojaldres envenenados en “El Padrino III”. Me pierdo en ensoñaciones sobre el premio que me corresponde, bien que sea humilde, como yo.
-Pero dado que usted, don Ovidio, tiene tres (aquí asombro), tres líneas de móvil, le voy a pasar con una agente. (Se me hiela la sangre en las venas motrices). Alguien aporrea la puerta de entrada y hace sonar el timbre al mismo tiempo, qué tortura, pero no puedo ir a abrir, el miedo me paraliza.
….-Buenas tardes, ¿con quién tengo el gusto de hablar? (Me habré muerto, pienso, y ya estoy en el Infierno, otra vez, por mentiroso). No es justo pasar a la otra vida en este estado de frenesí nervioso. Rezo una corta oración por una muerte rápida y digna.
-Con Ovidio, Ovidio Nasón. (Iba a decir “ el de la barba en flor, pero no quiero pecar de poeta erudito. ¿Podré, algún día, desembarazarme de este maldito nombre? y sobre todo ¿me acordaré después de cómo me llamo en realidad?).
-Bien, Don Ovidio, me ha dicho mi compañera que tiene usted tres líneas de móvil.
-Bueno… no sé – digo acojonado- yo creí que me preguntaban por mis líneas en general, pero de teléfono móvil creo que solo tengo una línea. Es que solo tengo un teléfono móvil, verá usted, pudiera ser que hubiese entendido mal a su colega. (La decepción es apabullante, un silencio ominoso circula por la fibra óptica, ya he pasado definitivamente a ser el “Coitado de Ovidio Nasón”, un pobretón más al que hay que convencer).
-¡Y cómo le dice usted a mi compañera que tiene tres líneas, aquí no estamos para perder el tiempo, señor! (Entonces despierto completamente de la siesta. Despertar por la tarde me produce un humor de perros hasta que no me echo un agua en las orejas).
-Verá, cariño (aquí un tono melifluo y falsamente meloso), es que me han despertado ustedes de la sagrada siesta y aun no he aterrizado en su planeta de los simios locos; además, si una línea es una sucesión de puntos en el espacio, yo creo que tengo tres líneas y a veces cuatro, eso en un buen día, usted ya me entiende. (Ahora silencio andaluz, que podía cortarme, ay, como una faca. Lástima me doy).
-Bueno, no importa,- me dice con crujir y rechinar de dientes-, le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar (vuelve “El Padrino I”): móvil, fijo a esgalla, televisión para volverse loco, 600 megas, todo por 39, 99 euros más IVA. (La señorita se ha transformado en una interlocutora gordita a la que me imagino con un tatuaje de un corazón palpitante- mi perdición- a la altura de la ingle, y sueño despierto).
-¿Pero no eran 34 euros?
-Ya, pero eso era si usted migrara tres líneas de móvil. Con una línea sola es un poco más caro. ¿Que me dice?, ¿se anima, Prenda?
Tengo ciertas dudas con esto de las migraciones. Por ejemplo si alguien viene de Gabón cuando llega aquí ¿es un inmigrante?; cuando está en su aldea ¿un emigrante o un migrante o un nativo atrevido?; y cuando flota a la deriva en el golfo de Lepanto ¿ un premigrante, o las cuatro cosas a la vez? ¿Si la línea de teléfono va de mi casa a la tuya, amor mío, inmigra o emigra, o migra? Y si llamo a Polonia, ¿quién demonios está al otro lado de la línea transmigrada? Dudas, dudas, dudas…irresolubles, excepto para la RAE y Televisión Española. Me cambio el auricular de oreja porque ésta me empieza a escocer. Me arranco un pelo en la operación.
-Verá, soy un hombre de decisiones lentas, tendré que pensarlo por lo menos durante un mes, o un año y, si me interesa el chollo, ya iré a una de sus tiendas de reflejos maravillosos, con esos mostradorcitos tan cucos, donde no hay sitio ni para un codo (medida de longitud).
-¡No, la oferta es solo por teléfono! Decídase ahora o calle para siempre (Ay, matrimonio de conveniencia escachado como un huevo de gallina en manos de un niño).
Pasa la moto amarilla sin silenciador en el tubo de escape y los ancianos del piso de arriba arrastran unos muebles que no logro identificar. Parecen estanterías. ¿De dónde sacarán las fuerzas?
-Señorita, no me decido, no, no y no, y aun más le digo ¿quiere usted tener un perrito en casa, me acaba de parir la perra, tengo que despachar las crías, y dado que usted ha entrado en mi vida como un viento huracanado, le regalo a Smith, que tiene una mancha en un ojo, y es precioso…y, por supuesto, gratis.
-Que tenga usted un buen día, caballero.(Buenos modales para clientes VIP)
Me quedo con la oreja pegada al fijo portátil móvil (No me aclaro). Sudo mucho, por el bochorno y me da un calambre en el cuello.
Me acerco a la cesta y observo la escena. -Mucho me temo- le digo a Mme. Pepa Smith, que me mira resignada- que tendremos que esperar a la próxima llamada. No ha habido suerte.
Doy tres vueltas persiguiéndome, a ver si puedo volver a coger el sueño. Aunque pudiera ser que aun estuviese soñando y, en lugar de una fiesta erótica, el chorizo frito con huevos que me he comido me hubiese causado una pesadilla en la que me veo rodeado de monstruos acústicos y seres malvados que me persiguen ladrando, devorándome las entrañas, intentando arrastrarme a las más profundas simas del Infierno de los que no están sordos.