PISCIFACTORÍA
“…y Dios hizo al Hombre a su imagen y semejanza”. He aquí el problema. Tal vez debería haberlo hecho a imagen y semejanza de un pez abisal, nos hubiera evitado muchos conflictos, el primero de ellos el egocentrismo y tanta presunción gratuita. Habría que ver el cartel para las elecciones generales con una efigie con ojos de besugo. No tendría ni un voto de las sirenas de la mar. Y el consejo de ministros no podría ser jamás paritorio, el mismo número de merluzas que de merluzos. – Verás, presidente, es que somos ovíparos- , susurra al oído de su jefe circunspecto el ministro de Ciencia, Tecnología, Innovación y Universidades.
Si Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza es de suponer que algo también le habrá tocado a la mujer que salió de su costado, el del hombre me refiero, no del de Dios. Ya se sabe que los huesos se les tiran a los perros desde los tiempos bíblicos. Me palpo el costado, que me duele un poco más abajo, hacia la parte del hígado, y me noto un hueco vital, algo así como una angustia. ¿A qué pobre fémina le habrá tocado en suerte mi costilla excedente? Será una desgraciada, una pesimista, una gafada en el doble sentido de la palabra, con un sentido de la culpa siempre presente. ¿O sea, que mi sentido de la culpa, que cuido mensualmente en el diván del psicólogo, me viene precisamente de haberle chafado la existencia a alguna desconocida? Es una historia circular, un laberinto de dunas de arena infinita. Me asaltan las dudas de si alguna vez me habré cruzado con esa desdichada. Tal vez en un ascensor, o en la sala de espera del Catastro. ¿Y con dios, también me habré cruzado con ÉL? Cómo es como nosotros quizá se habrá dado una vuelta por estos espacios inferiores de su casa de vacaciones y me lo encuentre de sopetón actuando de Guardia Civil, ayudando en un pinchazo, jugándose un hematoma por atropello, ya que de buen oficio sé que Él no se puede morir ni cuando le pasa un tanque por encima, pongamos por caso en la franja de Gaza. Aunque he oído decir que ha muerto alguna vez por aquellos andurriales, supongo que para parecerse a nosotros pecadores. Pero no creo, dios andará más bien por Torrevieja, con los jubilados alemanes.
Muy mala elección, eso de la Imagen y la Semejanza, porque si dios se parece a alguno de nosotros, sin ir más lejos, si se parece en algo a mi vecino, va de lado. Está jodido. A veces se pone, mi vecino se entiende, un moño, una cabellera de guerrero escita que me da asco. Y se va pareciendo cada vez más a su perro, al perro enano que tiene, con cara de musaraña. Si mi vecino está hecho a imagen y semejanza de dios, dios se parece a su perro, al de mi vecino, caramba, y eso no me parece bien. Pudo haber escogido un poco mejor. Y si dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, ¿quien hizo a esos extraterrestres ganchudos que a buen seguro andan pululando por el éter? ¿Otro dios más loco aún? Estos problemas no me dejan dormir. Me desvelo y me levanto a mear a las cuatro de la madrugada y me miro en el espejo, me saco la lengua, que sigue sucia como siempre, veo al mismo imbécil de cuando era joven y me digo que imposible, macho, ni a imagen ni a semejanza, anda, vuelve a la pecera y duérmete otra vez.
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