Gente que desempeña mal su oficio ha habido siempre, pero algunas ocupaciones son menos letales que otras: un médico que se confunde de riñón y opera el sano, o amputa la pierna buena, no tiene perdón de dios ; el ingeniero que diseña un puente que se va al traste con la primera crecida del rio debería ser colgado de otro más seguro; el cura, que por acabar el tute subastado, deja a un feligrés sin viático tal vez pudiera esperar el fuego eterno. En otras encomiendas parece que no ponemos el listón tan alto y nos agachamos para pasar por debajo: el funcionario que es displicente y vago, maleducado y déspota, nos parece inocuo; el pescadero guarro y el fontanero avariento nos producen solo un ligero sarpullido espiritual. Pero todos ellos tienen algo en común, y es que por lo menos saben utilizar los instrumentos de su profesión. El médico se coloca el fonendo en el oído sano, el ingeniero multiplica muy bien por siete, con la calculadora; el cura hace malabares con el hisopo; el funcionario actualiza el fechador en el mejor bar de pinchos; y el pescadero enarbola el machete de descamar para bautizarnos de sirena. El fontanero no sé qué apero usa, pero siempre es de mi caja de herramientas.
¿Pero qué pasa con muchos periodistas? No pretendo que me cuenten noticias fidedignas, a eso ya he renunciado. No quiero objetividad, no me divierte. Ni pretendo que no me den la matraca con las conexiones en directo con Júpiter para conocer al concursante de máster chef en la intimidad. Sin embargo, si veo y escucho un telediario o un radiodiario, lo que espero ( cada vez menos) es comprender el idioma en el que se dirigen a mí. Si es un noticiero público español sería apropiado que quién da las noticias use por lo menos el idioma de todos, con su gramática al uso. Si el aventajado becario, o el preparado periodista con un máster en Cincinnati, lee una noticia, se espera que sepa leer…En un telediario de máxima audiencia el día 29 de enero de dos mil diecinueve una voz femenina detrás de unas imágenes de piragüismo (¿o será piragismo del Trampitán?) nos arreó la siguiente, literalmente, “… este año el preolímpico es muy importante porque otorga plazas para Tokio veinte veinte…” Acabé de comer la manzana y me acordé de una vez que, saliendo de Mérida, la voz enlatada de esa aplicación de móvil que nos ayuda con la dirección adecuada en el coche, me dijo : ” en la rotonda tome la segunda salida y siga recto por la Avenida Felipe bi…” ¡Qué mala leche, la señorita Siri!
No censuro la jerga juvenil generalizada de los guasap, allá cada cual con su materia gris. Pudiera ser que, después del hambre que pasó este país en la postguerra, las nuevas generaciones hayan decidido comerse las letras y acabar cuanto antes, porque las prisas son muchas y las majaderías no esperan. Y si yo fuese don Fernando Lázaro Carreter escribiría un divertido y sesudo dardo filológico, pero solo soy un tipo que desprecia la estupidez propia y la ajena, muy susceptible, malhumorado y resentido, y no soporto que quien cobra de la Madre Patria de las tetas grandes no sepa hacer su trabajo, así que creo que lo mejor que pueden hacer los responsables de redacción de la tele de los presupuestos generales del estado es colocar a dedo locutores que definitivamente solo farfullen, y que los subtítulos viajen en chino, por lo menos para enterarnos de lo que vale un peine nos echaríamos en los brazos amorosos de las tertulias de café con leche y churruscos y en la teletienda. Total…