Quieren declarar a la Ribeira Sacra Patrimonio de la Humanidad, y yo me pregunto ¿ah, pero la Ribeira Sacra no es ya patrimonio de la humanidad? ¿De qué humanidad la quieren declarar patrimonio, de la humanidad de chancleta con calcetín, sudadera y gorra pelotera, asomándose a los balcones de Madrid? Coño, desde aquí no se ve Madrid, vaya estafa; en esta Playa de las Catedrales no hay ninguna catedral, vaya estafa. Yo propongo que declaren patrimonio de la humanidad la Luna, en lugar de la Ribeira Sacra. Con ese hábil subterfugio este remanso de paz se podrá librar de lo que le puede caer encima, porque las hordas del selfie cogerán el cohete y a lo mejor no vuelven.
A la Ribeira Sacra le pasa lo mismo que a la rosa, que es mejor no manosearla mucho. Era mejor que estos promotores se dedicasen a manosear a sus parejas de hecho, porque se lo agradecerían más, y no producirían tanto daño. Si la Ribeira Sacra es lo que es, es precisamente porque la han dejado en paz los chicos del progreso irreversible. Pero me temo que, en lugar de un catamarán surcando el Sil, pronto veamos veinte catamaranes y un trasatlántico, y oigamos a su pasaje gritarle al eco, mientras arrojan por la borda el envoltorio de una barrita energética. Ay, estaba desfallecida, ¿cuando llegamos a Trives?
Para la promoción de esta malhadada idea construyen la casa empezando por el tejado. Todos los años una etapa del Rally; este año una etapa de la Vuelta ciclista a España. Eso dará un empujón definitivo a nuestra propuesta y el mundo entero verá por televisión la décimanonagésima Haba maravilla del mundo. No hay quien nos gane en paisajes, a los gallegos. Y en etapas tampoco, póngame una etapa de orella.
Y vuelvo a preguntarme si hay algún impedimento para que la humanidad al completo, incluidos los esquimales, puedan ya visitar la Ribeira Sacra. A no ser que un alcalde de la zona pasado de coca (no se me dé ninguno por aludido) se declare independiente y cierre las fronteras de su feudo, todo el que quiere puede circular libremente por los rincones de ese paisaje ensimismado en sí mismo. O a no ser que haya una concentración automovilística, en cuyo caso todo queda supeditado a los ases del volante y sus amigos los aficionados al derrape y al olor a bencina cara. Debemos esperar a que todo haya acabado, es decir, a que todo se calme. Niños en Perú se colocan con pegamento.
Me pregunto de nuevo, ¿y no podrían hacer sus demostraciones de habilidad con el volante, conduciendo en la Playstation, y así preservaríamos este rincón (incomparable según el Nodo) de ruido, de malos humos, gritos simiescos y basura orgánica, plástica y celulósica, cada cual a su contenedor, es decir al campo, que no tiene puertas. O en su defecto podrían demostrar sus maravillosas dotes para no volcar, en un circuito cerrado como el Jarama ( aún existe), donde se podían colocar muchos más aficionados, a la salida de las curvas, saboreando el riesgo a ser atropellado con un vaso de cerveza en la mano. Lo que importa es la adrenalina y el olor a gasolina. En Perú niños hay que se colocan con pegamento.
En cuanto a la Vuelta ciclista podían llevársela a un velódromo (el de Anoeta parece suficiente), o que cada voluntario se cuelgue a la espalda a un esforzado de la ruta de la serpiente multicolor, y se lo lleve a merendar a casa, que siempre parece que tienen hambre, y lo deje pedalear un poco en la bicicleta estática frente a la ventana que da a la piscina del chalet.
Cuando un vuelo charter procedente de Shanghai aterrice en el aeropuerto de Nogueira de Ramuín, con trescientos mil chinos a bordo, pretendiendo entrar todos juntos en el monasterio de Santa Cristina, nos vamos a acordar de la madre del que promovió a la Ribeira Sacra a Patrimonio de la Humanidad, porque, en ese futuro próximo, el único beneficio que se habrá sacado del asunto serán unas subvenciones para los mismos bolsillos de siempre, y el hecho de que para construir un gallinero en Parada do Sil se necesitará un permiso especial expedido en una ventanilla de la Xunta, previo pago de sus tasas correspondientes, con el exclusivo requisito de que sea un cantero de Pontevedra el que se haga cargo de las obras. Faltaría más, hay que conservar el encanto del paisaje, y la morfología de los edificios singulares.