Antes de hablar de lo que viene, dejemos una frase de las tantas buenas que se pueden leer en el último de Ray Loriga, TIM, y que comparto a los amigos de esta página: “El mismo insignificante individuo que asomado por fin a la terraza pensaba que el viento estaba soplando precisamente para peinarle el flequillo”. A Loriga da gusto leerlo porque no se corta en hablar de lo que siente y piensa sobre sí mismo, que no es precisamente igual que el petimetre de la terraza; me gusta tanto Loriga como me disgusta el presidente Sánchez, tan mentiroso, tan fantasma, tan poco empático y tan desvergonzado como para vender si es preciso a su madre con tal de seguir durmiendo en ese centro putrefacto que es la Moncloa. Menos mal que lo que viene es muy bueno, la inauguración de una exposición a la memoria de un grande de la pintura gallega, Virxilio, con motivo del centenario de su nacimiento, y que será en el Centro Simeón de Ourense. La invitación es preciosa, pero no supera a este cuadro que tengo en casa justo encima de mi sillón de leer; al menos es así para mí, aunque nunca se sabe si el valor emocional le da siempre un plus a la obra de arte y es el caso.
El jueves tendremos la presentación de un libro que tiene buena pinta, porque a la literatura se le suma música, veremos si acertamos en el pronóstico, pero para eso hay que asistir.