Ha pasado casi una década desde el primero de los atentados islamistas de 2015, el cometido contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo. Y también casi 10 años de la publicación de Sumisión, la extraordinaria novela de Michel Houellebecq que lo convirtió en involuntario protagonista de aquel trágico día. El 7 de enero de 2015, prácticamente al mismo tiempo que se perpetraba el ataque reivindicado por Al Qaeda, el libro se ponía a la venta y Charlie Hebdo aparecía con una caricatura del visionario Houellebecq en su portada. El autor fue interceptado por la policía y conducido a un lugar seguro. Nos encontramos con él en un café del barrio de Denfert-Rochereau mientras François Bayrou puede convertirse en primer ministro de Francia. Entre las muchas profecías de Sumisión, tal vez no sea ésta la más inquietante.
- ¿Recuerda cuando terminó de escribirla?
- Realmente no recuerdo ese período. Cuando escribo un libro, por lo general dejo de informarme por completo de lo que está sucediendo en el mundo. Hago una pausa en la información en el momento en que empiezo el libro. De lo contrario, me estorbaría.
- Se aísla del mundo exterior, pero lo capta todo.
- Primero lo percibo. Pero en algún momento tienes que dejar de interpretarlo y decirte a ti mismo que los grandes cambios no se producen todas las semanas. Sin embargo, es cierto que en estos 10 años ciertas cosas han cambiado. Ha llegado nuevos migrantes. En ese momento, no había chechenos ni afganos en Francia.
- Cuando terminó el libro, ¿era consciente de que causaría controversia, de que sería explosivo?
- Sí. Me llamó la atención el hecho de que cuando salí de Francia en 1999 no se hablaba en absoluto del islam. Y cuando regresé 12 años después solo se hablaba de esto, todo el tiempo. Sabía que sería un libro explosivo. Tal vez no hasta ese punto, pero… sí.
- Los críticos no leen mucho los libros, en eso estamos de acuerdo, ¿no? En muchos aspectos, la presidencia de Mohamed Ben Abbes [el jefe de Estado musulmán imaginado por Houellebecq] es un éxito total. Y el proyecto de reconstitución del Imperio Romano es en sí mismo bastante grandioso, con la idea de incorporar a Marruecos y Turquía a la Unión Europea, de crear una especie de unión mediterránea europea. No es un proyecto estúpido en absoluto. En el libro, el presidente es presentado como una especie de genio político. Es cierto, hablar de islamofobia es extraño. Y tras la publicación, me dije a mí mismo que el atentado contra Charlie Hebdo condicionó la forma en la que el libro fue recibido. Para mí es un recuerdo un poco pesadillesco.
- Entiendo.
- Algunas personas parecen haber nacido para estar en el centro de la Historia, para quedar atrapadas en un engranaje histórico. Para alguien que escribe libros, sin embargo, es algo completamente asombroso, impredecible y aterrador.
- Después de 10 años, cuando piensa en ese día, ¿cómo se siente? La mañana del atentado contra ‘Charlie Hebdo’ fue la misma del lanzamiento de su esperado libro, que imaginaba una conquista islámica. Extraordinaria coincidencia.
- Sí, y si lo vemos más al detalle es incluso peor. Philippe Lançon cuenta en su libro El colgajo que justo antes del atentado, en la redacción, discutieron sobre Sumisión. La mañana del atentado me entrevistaron en los estudios de radio de France Inter y un periodista me reprochó groseramente que exagerara el peligro que representaban los musulmanes. Así que fue algo muy violento.
- Y en el número de ‘Charlie Hebdo’ que se publicó esa mañana había una reseña de su libro.
- Peor aún: ocupé toda la portada retratado como un mago. De hecho, no me vi tan en plan profético, sino que creo que anticipé un fenómeno que ha ido a más progresivamente. Para que realmente hubiera un gobierno musulmán, los musulmanes tendrían que ponerse de acuerdo entre ellos. Sería posible en la forma en la que describo, sobre una base moderada. Pero por ahora, los musulmanes en Francia están divididos. Y luego los migrantes pueden variar según la época. Siempre se dice que los franceses fracasan en su misión de impedir que los migrantes lleguen a Inglaterra. No fracasan al 100% porque el barrio hindú de París [situado cerca de la Gare du Nord] era pequeño hace unos años y ha crecido. Hay quienes se quedan en Francia al no poder llegar a Inglaterra.
- El argumento central de ‘Sumisión’ es la importancia de la educación y la penetración del islam en la sociedad a través de la universidad. Una intuición notable, viendo lo que está sucediendo en los campus y universidades occidentales, particularmente después del 7 de octubre.
- Sí, es cierto. Mi documentación era muy incompleta. Se basaba en paseos por el campus Censier (París). De hecho detecté algunas evidencias. Había más chicas con velo de las que me había imaginado. Y algunos carteles que llamaban al boicot de las universidades israelíes, cosas así. Me dije a mí mismo: son pequeñas señales de algo. Era el año 2014. Y hoy esta tendencia se ha intensificado mucho.
- ¿Por qué, en su opinión?
- Por razones que no entiendo del todo. Cuando yo era joven, es decir, hace mucho tiempo, los de la izquierda no eran antisemitas en absoluto. No podía ser, era impensable. Alguien debe haber cambiado a la gente de izquierdas. Cuando yo estaba en la escuela secundaria había muchos trotskistas, sí, pero no habrían sido pro Hamás.
- Y, sin embargo, hoy las universidades están en el corazón de la cuestión del antisemitismo, en Francia y en Occidente.
- Este fenómeno tiene raíces que no entiendo del todo y que no sólo conciernen a la izquierda. Por ejemplo, no creo que el anticapitalismo sea tan frecuente en Estados Unidos. Pero las manifestaciones a favor de Palestina son aún más fuertes allí. No hay duda de que subyace una forma de culpa occidental. Y Francia tiene una peculiaridad: Argelia. Se pone poco énfasis en que la guerra de Argelia fue nuestro último gran acontecimiento dramático. Millones de personas llegaron a Francia, fue un éxodo masivo. Este es el origen de la extrema derecha moderna. No es Pétain, es Argelia.
- Hablando de Argelia, ¿qué piensa del caso Boualem Sansal, el escritor franco-argelino encarcelado por delitos de opinión?
- Sansal es muy valiente, y durante años me he estado preguntando: ¿por qué se queda en Argelia? Hay una cierta grandeza en que permanezca en su propio país como un rebelde. Siempre pensé que en 1940 era más valiente quedarse en Francia que ir a Londres, por ejemplo. Pero yo no tengo ese tipo de coraje.
- En ‘Sumisión’, los problemas para los judíos no provienen de la extrema derecha, sino de los islamistas. Myriam, amada por el protagonista François, abandona Francia y se traslada a Israel no por culpa de Reagrupamiento Nacional, sino por el avance del islam.
- La extrema derecha antisemita en Francia es bastante fácil de medir, al final. Se limita a un solo periódico: Rivarol. Podemos calcular la importancia de la corriente conociendo sus datos de difusión.
- En la ficción quien se marcha de Francia es Myriam. En el mundo real son miles y miles de judíos franceses los que están abandonando el país.
- Creo que es una verdadera lástima, porque los judíos son constitutivos del pueblo francés. De alguna manera, siempre han estado aquí, desde la invasión de los romanos, que fundaron la civilización galo-romana y, por tanto, Francia. Son parte de nosotros, los franceses. Después del 7 de octubre, pensé sinceramente que vería un gran movimiento de empatía hacia los judíos, pero lo que ha ocurrido es exactamente lo contrario. Lo peor de todo es que también ha sucedido en Alemania. Pensaba que los alemanes estaban definitivamente inmunizados, completamente bloqueados por su sentimiento de culpa. Si también ocurre en Alemania, es grave.
- ¿Ha sido una sorpresa para usted?
- Sí, una vez incluso fui a una manifestación a favor de Palestina. No había muchos árabes, para ser honesto. Había sobre todo jóvenes y algunos de sus padres idiotas. Era tan antinatural… Ciertamente, no podemos decir que el islam abogue por la emancipación de los pobres. Está muy lejos de la lógica marxista que defendían los izquierdistas. Esas personas habían leído a Marx, estaban estructuradas. Estructuradas en un sentido marxista, de un modo un poco obtuso, pero estructuradas. En lo que está sucediendo hoy no veo más que una especie de sentimiento de culpa, de deseo de desaparecer, de impulso suicida.
- ¿Alguna vez ha releído ‘Sumisión’?
- No, pero nunca lo leí mucho. ¿Qué le ha parecido más interesante?
- Muchas cosas, pero releyéndolo estos días me he fijado en un detalle: el protagonista, François, entiende que el fin de Europa ha llegado cuando cierra el bar del Hotel Metropole de Bruselas.
- Es cierto que el bar del Hotel Metropole fue la expresión más hermosa de la Belle Époque, inmediatamente antes de la Gran Guerra. La increíble furia de esta guerra fundamentalmente franco-alemana fue el fin de Europa…. Está muy bien expresado en La montaña mágica de Thomas Mann.
- En ‘Sumisión’ hay un pasaje notable en el que Robert Rediger, que llega a ser rector de La Sorbona gracias a su conversión al islam, explica la diferencia entre las religiones y subraya la adhesión del islam al mundo tal como es.
- Creo que el islam es la religión que defiende más contundentemente que el mundo terrenal está bien tal como está. El catolicismo tiene muchas reservas sobre el tema. De los budistas ni siquiera hablemos.
- El catolicismo llega al punto de crucificar a su Dios para salvar al mundo.
- Sí, y eso es lo que al islam no le gusta. Para ellos un profeta debe ser victorioso, un guerrero. Pero Jesús resucita de todos modos. Y la victoria sobre la muerte no es poca cosa. Es una gran idea. La otra idea brillante es la de ser virgen y madre. No está mal.
- ‘Sumisión’ es también la novela que refleja la colaboración de la sociedad francesa con la ascenso del islam. Porque al final la sociedad francesa renuncia a luchar y prefiere colaborar para encontrarle la parte positiva a la nueva realidad.
- El primer cebo para convencer a François de la conversión es La Pléiade. Rediger, el rector de La Sorbona, le ofrece dirigir la nueva edición de Huysmans en la prestigiosa colección de libros. El primer motivo es la vanidad, el narcisismo.
- Está claro que la cuestión más importante para que el islam conquiste el poder es la educación. Y esto nos lleva, desgraciadamente, a los atentados islamistas contra Samuel Paty y Dominique Bernard, profesores de Historia y Geografía.
- Es algo que entendieron bien. Y es cierto que quienes controlan la educación de los niños controlan muchas cosas. Los revolucionarios franceses ya lo habían comprendido. Debemos controlar la educación, ése es el punto clave. Después de eso, lo que ha cambiado en comparación con mi juventud es que ahora los padres están del lado del chico, en contra de los profesores y de la institución escolar.
- Después del atentado contra ‘Charlie Hebdo’ y otros atentados de 2015, ¿ha cambiado la sociedad francesa para siempre?
- No, lo peor es que nada ha cambiado. El islamismo ha seguido avanzando, aunque la gente diga ‘Nunca más’ cada vez que a un profesor le cortan el cuello”
- Notre Dame ha vuelto a abrir estos días y parece que los franceses se han preocupado mucho por este momento, incluso desde un punto de vista simbólico. En comparación con lo que estamos hablando, es un evento que apunta a otra dirección, hacia las raíces católicas de Francia.
- Es una emoción sincera. Cuando hace cinco años se derrumbó la aguja, afectó a todo el mundo. Cualquier francés conoce Notre Dame. Esto no significa que todos sean católicos. Notre Dame se sitúa justo detrás de la Torre Eiffel como símbolo de Francia.
- ¿Entonces esta emoción no es un signo de un despertar religioso?
- No. Intento ser objetivo, pero desde el punto de vista del catolicismo, todas las señales son negativas en Francia. Dicho esto, la inmigración africana aumentará. Y es cierto que entre los africanos todavía hay más cristianos que musulmanes. Hay guerras religiosas en África, entre yihadistas y cristianos, y esas guerras religiosas serán importadas a Francia.
- Volviendo a ‘Charlie Hebdo’, el semanario lanzó un concurso de nuevas caricaturas para conmemorar el décimo aniversario del ataque. Es una forma de decir que debemos continuar la lucha. Han sido valientes. ¿Qué opina usted?
- Están obligados a ser valientes. Si dejan de luchar, su razón de ser desaparece. Se han vuelto representativos de la libertad. Están obligados a continuar, no pueden rendirse. Creo que todavía tienen protección policial. Nunca han dejado de tenerla. Y la tendrán para los restos. Tienen que vivir así.
- También usted tuvo escolta policial después de la publicación de ‘Sumisión’.
- Sí, en mi caso sólo duró año y medio.
- ¿Tenía miedo en aquel momento?
- Por extraño que parezca, no tanto.
- ¿Y eso?
- Los policías que me escoltaron me causaron una buena impresión. Tuve la sensación de que eran muy competentes. Me emocioné cuando una señora me dijo: “Todo un pueblo te apoya”. No era ninguna mentira. Así que me costó un poco, pero no demasiado. Quizá también hay en mí un lado fatalista que hay que tener en cuenta. Después de aquello, hay muchos lugares en los suburbios a donde no puedo ir.
- ¿Todavía?
- Sí, incluso hoy en día no sería una buena idea. Hay pocos lugares peligrosos en París. En los suburbios, muchos. Y con los recursos policiales actuales, no es posible controlar el territorio al 100%. Esa es la verdad.
“Después de publicar ‘Sumisión’ tuve escolta policial, pero sólo durante un año y medio”
- En la época de ‘Sumisión’ se le criticó por ser demasiado libre en sus novelas. Se habló de una supuesta responsabilidad de los escritores, de los artistas. El runrún era: “Charlie se lo estaba buscando un poco”. ¿Sigue siendo así?
- La situación ha empeorado un poco, pero de forma disimulada.
- ¿Qué significa eso?
- Que hay que tener cuidado de no herir a nadie.
- Es una idea un poco ‘woke’, ¿no?
- La idea es incitar a la gente a autocensurarse. Yo no tengo fama de prestar mucha atención a eso. Más bien todo lo contrario. Sin embargo, ahora presto más atención que hace 10 años. No siempre es suficiente, pero sí presto más atención a lo que digo.
- ¿Se siente menos libre que hace 10 años, cuando se publicó ‘Sumisión’?
- Mi respuesta no es unívoca. Por una parte, la novela sigue estando bien protegida en Francia. Un ataque al contenido de una novela tiene pocas posibilidades de funcionar. En cambio, una entrevista es muy peligrosa.
- ¿Por qué la novela está más protegida?
- En gran medida, en virtud de la historia literaria francesa. Los dos procesos judiciales que tuvieron lugar el mismo año, en 1857, y que siguen siendo famosos, se refieren a Madame Bovary, de Flaubert, y a Las flores del mal, de Baudelaire. Dos ensayos, dos obras maestras. Desde entonces, en Francia se ha vuelto mucho más difícil cuestionar una obra de ficción. Sin embargo, cuando se trata de entrevistas o artículos en los periódicos, tenemos que tener cuidado.
- En Francia la novela está bastante protegida, pero en lo que respecta a ‘Sumisión’ era difícil distinguir lo que piensa el protagonista de lo que piensa usted.
- No son sólo las opiniones de los personajes las que se atribuyen al novelista, es un poco de todo. Muchas cosas en mis libros se consideran erróneamente autobiográficas. A muchas personas simplemente les resulta difícil creer que esto pueda inventarse. Y es extraño, porque para mí es más fácil inventar que intentar recordar.
- Hablando de impulsos suicidas: cuando ve la crisis política francesa, la caída del gobierno, un Macron que parece haber perdido el rumbo, ¿qué piensa?
- Pasó algo divertido y significativo. Durante el periodo que Francia no tuvo un verdadero gobierno, el verano pasado, todos los comentaristas políticos estaban entusiasmados. Dramatizaban la situación, pero tuve la impresión de que a los franceses les traía sin cuidado. De hecho, estaban contentos de que no hubiera gobierno, a menos que se tratara de una dimisión. Si lo piensa, es un tema serio. Muchos franceses piensan que, sea cual sea el gobierno que haya, tomará malas decisiones, por lo que sería mejor no tener ninguno. Los franceses están aún más despolitizados de lo que se piensa. Ahora, por ejemplo, no tendremos ley de presupuesto, mantendremos la del año pasado. Y muchos dicen: ‘Mucho mejor’.
- ¿Cree que Marine Le Pen o Jordan Bardella llegarán finalmente al poder?
- No tengo ni idea. Pero me ha sorprendido que no hayan llegado. Francia, sin embargo, es un país curioso. Hay que admitir que el Parlamento que tenemos ahora es muy divertido.
- ¿Votó en las últimas elecciones?
- Sí, pero no diré a quién. El voto es secreto y ese es un principio excelente. En cualquier caso, estoy en contra de Europa. Y creo que todo el asunto legal de Marine Le Pen es increíble. Cuando me lo dijeron pensé que era una broma.
- Se dice que Marine Le Pen pretende convocar elecciones presidenciales anticipadas lo antes posible porque después corre el riesgo de no poder presentarse.
- ¿Y usted espera que Macron dimita? No lo creo ni por un momento. Me he encontrado con Macron muchas veces en mi vida. No he entendido mucho sobre la persona. Pero en cualquier caso, creo que no dimitirá. Y en mi opinión, se equivoca.
- ¿Debe dimitir?
- Si lo hiciera ahora, podría tener una oportunidad de volver. Todavía es joven y podría hacerlo. Pero si deja que la situación se prolongue hasta 2027… Si yo fuera su asesor personal, le aconsejaría que dimitiera noblemente, diciendo: ‘Los franceses no me entienden’. Luego intentaría volver.
- ¿Qué es lo más importante que queda hoy de ‘Sumisión’?
- La última frase: ‘No me habría arrepentido de nada’. Lo que François tiene que lamentar es, claramente, lo que pasa con Myriam. No me habría arrepentido de nada significa, al mismo tiempo, habría tenido que arrepentirme de todo. Emmanuel Carrère me causó un gran placer al comparar esta última frase de la novela con la frase de 1984 de George Orwell: ‘Amaba al Gran Hermano’. Me alegro de haber escrito esta última frase, que dice exactamente lo contrario de lo que parece. Hice un gran esfuerzo tipográfico para asegurar que esta única frase ocupara toda la última página de la edición francesa. Por último, hay una cosa más por la que soy muy feliz, si se me permite mencionarla.
- Por supuesto, ¿cuál?
- Cuando Myriam le escribe a François para decirle: ‘He encontrado a alguien’. Y él se dice: ‘Yo también soy alguien’.