¡Mecachis, cómo está el periodismo! ¡Dios mío, como está! ¿Cómo? Pues como me comentó el otro día Rubén Amón, nada sorprendido por no ver en su presentación a nadie de Onda Cero, donde él tiene un papel importante como ya viejo colaborador; por supuesto, a otros periodistas ni de coña, ya que no estará a la altura de ellos. Pero si aquí esto es lo que hay, que nadie piense que por allí, la capital del reino, es muy distinto, y es que el problema viene de la pasta, su influencia desde el poder, y del poder que compra voluntad periodística a manos llenas. Por ejemplo, los 125 millones de más que ha aprobado el gobierno para repartir en la prensa de papel para su digitalización ¡manda carallo!, y además pretender de que a esa lluvia de millones no le llamemos meada de la profesión sino agua clara que fertiliza la mirada. Son unos cabrones, porque compran el cuarto poder para que deje de serlo. No basta con el ejercicio continuo de influencia en El País y la Cadena gubernamental de la SER, sino que TVE la de todos menos la mitad con sueldos millonarios como consejeros de propios periodistas del pesebre de hace tiempo.
Menos mal que viene Alfonso J. Ussía el viernes a presentarnos “Borroka” y de paso purifica el ambiente del mejor periodismo posible aunque en su formato columnista. Menos mal, y que les den a quienes entienden este magnífico oficio, esta profesión, como algo que no merece mucho la pena, y no hablamos de la pena que pagan los periodistas en México, pena que llega hasta la pérdida de la vida, literalmente, por informar. Menos mal que nos vamos conformando conque de vez en cuando llegue alguien como el amigo Alfonso, y a disfrutar. Deseando llegue el viernes, porque, además, el libro que trae debajo del brazo es valiente y retrata la verdad que hoy algunos quieren dulcificar a costa de recuperar, entre otras cuestiones pasadas de hora, a Franco. En fin, hasta luego, Lucas.