Si hay cosas que nos justifican o, al menos, que nos compensan ciertos sacrificios o malos ratos, son momentos que vivimos con ciertas personas que además de personajes son seres humanos que dan vida. Porque vida da aquel que tiene empatía y comparte su talento con gente anónima que en el transcurso de breve tiempo pasa a ser y contar con nombre propio. Estuvo Rubén Amón y fue un verdadero éxito su presentación de un libro que me atrevo de aconsejar a cualquiera que no menosprecie la sencillez y el vuela pluma de un escritor con hondura pero que ejerce como periodista divulgador. Un ensayo fácil de leer pero lleno de párrafos donde pararse a reflexionar, tantos que podría uno en lugar de emplear un fin de semana en leerlo, pues todo un mes y gozarlo. Entrañable, nada divo pese a que estuvo totalmente asediado por cantidad de personas que le mostraron su admiración o simpatía. Fotos por aquí y por allí, dedicatorias pre presentación y post, todo sin una mala cara sino todo lo contrario. Lo pasamos fenomenal, y él también estuvo a gusto al parecer, pero quedó en el aire una posibilidad que sería magnífica pero que no vamos a adelantar para no poner el carro antes de los bueyes; posibilidad, en cualquier caso, que nos motiva y nos pone las pilas para tratar de hacerla real y efectiva. Ya veremos.