La verdad es que tengo varios rincones y momentos en que soy consciente del privilegio de vivir en un piso que no cambio por ninguno, pues es el mío desde hace cuarenta años y vecino de otro en el que viví antes otros quince por lo menos; o sea, casi toda la vida. Por supuesto, reformadas las partes que lo necesitaron. Podría hablar del dormitorio y la cama, verdadera balsa de flotación en los oleajes cotidianos, del sillón en el salón donde leo, escucho música o veo televisión. Incluso podría hablar del baño donde no hemos puesto plato de ducha porque uno de los mayores placeres que tengo es venir de una caminata tempranera los fines de semana y relajarme en un baño bien espumoso escuchando la radio con los ojos cerrados, placer de dioses. Pues bien, pese a estos rincones maravillosos y otros de mi hogar, ninguno como éste, quizás el más humilde de todos ellos, pues es un simple rincón y un pequeño pedazo de mesa donde no cabe más que la taza de café y unas galletas. Aquí, siempre antes de que amanezca, en la soledad de esas horas donde aún duermen los demás, tomarme ese café con galletas y el libro que leo con plena concentración es un momento mágico del día, diría el mejor momento: acabo de despertar, los sentidos también, y me siento dueño de mi vida absolutamente aunque con el sentido trágico de la misma vida, lógicamente. Al sentir lo que siento en este rincón siento algo de envidia por lo que sé que vivieron otros de anterior generación, que casi hacían vida en la cocina, algo lógico desde el punto de vista que allí se reunían mientras alguien preparaba el pan de cada día. Además, vivir esta hora matinal del desayuno antes del amanecer con el silencio de los sueños ajenos, roto por la radio que conecto el día en que el libro no se me ofrece como es debido, es vivir conscientemente de lo mucho menos que creemos necesitar para estar bien. Mi rincón, desde luego, que no me falte, que no me falten las ganas de levantarme temprano e ir a él cual si fuera el confesionario de las culpas que acumularé a lo largo del día por no estarme quieto.
Mi momento y rincón preferido del día
Comparte esta noticia:
Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Imprimir