Aquí seguimos esperando a la reformada plaza de abastos ourensana cual si esperaramos a Godot. Paciencia, Samuel, paciencia. Algún siglo de éstos comenzará a funcionar. Mientras tanto, toca seguir soportando el rapto de la Alameda a los paseantes jubilados que estiraban sus piernas en ida y vuelta por este espacio donde ahora en lugar de árboles han plantado una nave industrial de puestos. Según mis noticias, los placeros, que llevan disfrutando de unas condiciones privilegiadas en base a convenios/conciertos/ o como se llamen los acuerdos con el Ayuntamiento, para volver a ocupar este edificio reformado que “da gusto ver” quieren que les pongan una pasarela peatonal desde el puente de Progreso que vuele de fealdad la hermosa intervención urbanística, porque así ya no hay que subir ni bajar escaleras – como se hizo toda la vida – y toda comodidad repercute en su negocio privado que no municipal. Yo creo que alguno no se ha dado cuenta de que la subvención, el privilegio, un trato desigual a favor de “unos” supone la competencia desleal para los otros, por tanto las Administraciones deben velar en sus adjudicaciones temporales de no incentivar esta injusta competencia. Parece que en cuestiones públicas algunos gobernantes actúan cual si no representaran los intereses de todos sino de algunos, por amistad o interés espurio o por burros, porque hay que ver que alguien proponga tan peregrina idea y nadie le conteste definitivamente.
La Plaza de Abastos
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