Hace calor. Son las 12 de la noche y estoy despierto. Escribo un poco, ahora mismo ésto que estás leyendo. Tengo la ventana abierta porque parece que entra algo del fresco de la noche. Pero comienzo a escuchar ruido. ¡Hostia!, pero si es la música de las fiestas del Puente, ¿como es posible que la oiga tanto si vivo en otro barrio? Son los watios, que exceden en decibelios lo que está escrito como límite en la ley. A nadie parece importarle demasiado, a alguno le importa más que el demasiado, porque aunque viva en el quinto Pino la música no le deja dormir, que es lo que quiere, como otra mucha gente. Es la era del puto ruido, que cuanto más nos aturda más nos pone, mejor dicho, les pone a quienes nos gobiernan y que debían velar por el justiprecio de intereses opuestos. En Madrid es el Bernabeu de Florentino Pérez, que parece un curilla que no mata ni una hormiga pero le está tocando las pelotas que no son de fútbol a los vecinos de este estadio maravilloso. A facturar sea dicho y que se quiten de en medio quienes protesten, facturación en euros o votos, que tanto monta monta tanto el interés de las dos formas. Ya me gustaría que a Florentino alguien le pusiera en la cama cuando vaya a dormir un buen altavoz que le chirriase hasta la última célula. ¿Es que no tienen derecho al silencio los mayores, los enfermos, los niños, los que trabajan al día siguiente desde primera hora, los que simplemente desean el sonido de silencio? La madre que os parió, a todos los que animáis este negocio de fiesta con el ruido mayor. Pero es el sino de los tiempos, donde mucha gente, demasiada, valora positivamente que nos atronen; pero si hasta la revista Telva te propone el concierto al aire libre como el mejor plan para el verano. ¡Ah!, por cierto, he cerrado la ventana, porque no hay manera.
- Sección: Noticias
- Publicado el 25 julio 2024
- Por Moncho
Ruido
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