Pues sí, al fin comenzamos el Curso que habíamos aplazado anteriormente porque no habíamos completado el número mínimo de personas que nos habíamos fijado. Después, un día Eugenia me dijo: “Debemos hacerlo aunque se apunten pocas personas, porque siempre nos olvidamos de las minorías y no resulta justo”. Así que lo volvimos a convocar, y  nos apuntamos ocho. Suficientes, y todavía más, es decir, que a Eugenia le pareció un número perfecto para dar sus clases. Me recordó a uno de los siete sabios, no egipcios sino griegos, Pítaco, al que sus conciudadanos le regalaron al jubilarse un amplio territorio (Pitancia) pero él no aceptó porque no quería convertirse en latifundista y aceptó solo un trozo de tierra suficiente para cubrir sus necesidades, y me acordé de su frase célebre: “el poco era más grande que el todo”.  Claro está que uno no es Pítaco ni se le parece, pero es verdad que a veces es mejor ser menos y verdaderos que muchos falsos, por mucho que nos movamos por mayorías, como pasa con la democracia misma. Seis lunes distintos en elcercano, un lugar ciertamente para minorías, porque es minoría simplemente la que no es rebaño y decide por sí misma.