Pues sí, hoy leímos poemas que llevaba yo en un libro cuando me encontré a Rivela. Él, en estos momentos, cuenta historias que publica El Debate sobre Quijotes por Ourense y prostíbulos del tito Berni como los conoció igual el propio Cervantes. Hoy sí, leímos una poesía a nuestro auditorio que fueron las perras de Rivela, quietas ante el verso, serenas escuchando lo que cuenta el poeta. Así da gusto, ni siquiera un ladrido, ni poner las patitas encima o ponernos de patita de la plaza concurrida de falta de poesía. Así se puede quedar uno en su tierra sin necesidad de buscar aventuras por agencia en días señalados por una semana de vacación que ha perdido la santidad cual virginidad de la sexualidad actual. Por cierto, Neal Cassidy estaba un poco pirado de más, pero no es de éste de quien leímos la poesía, es que vi un reportaje donde él sale bastante dibujado por LSD. Un gusto, señor Rivela, usted tranquilo, que ya no lo persiguen como a Cervantes, por sus escritos. Dele.