O elcercano es un lujo. Quizás esté mal que lo diga yo, que soy juez y parte, pero es que cuando veo una foto como la de ahora, contemplo la maravillosa y mágica ocasión que propicia este espacio. La Sala se abre al espacio contiguo cuando el convocante es alguien como Pablo Ferro, que parece toque la corneta y todos firmes como respuesta, es decir, cuando no cabe toda la gente dentro. Y entonces vemos tras las ventanas al tiempo que a los protagonistas del acto, como ocurrió en esta presentación del libro de Pablo, ese trampantojo de arte excelso que hizo Mon, iluminado con la cálida luz de los focos y la compañía. Lo pequeño es hermoso, decía aquel lema de los sesenta, y lo suscribo en los veinte de un siglo después, porque es hora de volver a pensar en minorías y dejarse de vender humo con las mayorías. De momento, a disfrutar con la vista.