Al fin ya la tenemos, una campana preciosa que nos trajo de Cuntis la amiga Amelia. La verdad es que nos la debía desde hace un tiempo, porque un buen día comenté que necesitaría una campana robusta para anunciar el fin de la jornada. Toca la campana y se apura la última cerveza para que el tabernero no tenga que irse a dormir a intempestiva hora. Suena maravillosamente, y hoy la hemos utilizado por primera vez; claro está, tenía que estar la donante de la pieza, y esperamos a la hora pertinente para hacerla escuchar a los amigos que aún nos acompañaban a la hora del cierre. Gracias, Amelia, por el detalle, porque éstos son los que hacen diferente a elcercano de otro local similar, el alma que le dais los generosos amigos que lo ayudáis a sostener. Sin ese afecto que nos regaláis, elcercano lo regalaría de inmediato, pero regaláis mucho por eso solo por mucho dejaría de atenderlo.