¿Sí, por qué no vamos a hablar ahora, precisamente hoy que está nevando, en invierno, sobre cómo se quema el monte? Las políticas de prevención, está fuera de duda, que son muy valiosas, pues pretenden anticiparse a los problemas que cuando estallan nos cogen por el cuello, y nos quitan el aire del cuerpo. Así como en medicina, la prevención de los incendios del verano, es la vacuna para no morirnos antes de lo debido. Pero, me imagino, que después de tantos años extinguiendo, y con ello, gastando fortunas en no quemarnos hasta las cejas, los gobernantes estarán hoy ya trabajando en el tema y limpiando, haciendo cortafuegos, preparando cuerpos de vigilancia, etc., a tal fin, ¿o quizás no?
El caso es que hoy yo sí traigo el tema a la página porque un día de un pasado lejano, hace un montón de años tristes, el amigo de esta casa y genial ser humano llamado José Luis Blanco Carril, escribió un artículo que jamás tuvo más recorrido que el de un cajón desaprensivo, el mío, de ahí que revolviendo hoy papeles lo haya visto y quiera darlo a la luz, por el tema y porque se lo debo a Ninguén de Ningueres. Se titula así:
UN TRAJE MÁS VERDE Y MÁS ARRUGADO QUE NADA NI NADIE PARA LOS MONTES GALLEGOS:
Con la llegada del verano vuelven a ponerse de moda los montes gallegos. ¿Quién no conserva en la mirada el reflejo del incendio en el que quedó convertido en cenizas uno de nuestros montes ayer? Sobre todo, los ojos de nuestros niños : echan chispas cada vez que oyen hablar de incendios. Acabo de comprobarlo al pasar por el Parque de San Lázaro. Un crío, al que hacían corro otros chavales, hablaba de lo que le había pasado al monte de su aldea: “Estuvo ardiendo seis días enteros ¡Quedó todo tan negro!”
¡Ay, pobres montes nuestros! Montes gallegos, tan humildes, que estáis ahí para que alguien os aplique el ruin baremos de algunas decenas o cientos de euros por cada hectárea que se os quema. ¡Como ha restallado sobre vuestra piel seca el látigo de la retama y verde incendiada de repente! Montes que os estáis quedando en los puros huesos: ¿Quién os ayudará a pasar el próximo invierno?
Todos los veranos alzo la mirada el inclemente cielo para rogar siempre en vano que alguien le haga un traje del más vivo color esmeralda y más arrugado que nada ni nadie a nuestros montes. Los montes gallegos quieren seguir conservando en sus infinitos pliegues todo el hondo misterio de sus más profundos secretos.
Gallegos, tenedlo bien presente: cada vez que arde uno de nuestro montes , se quema lo que hay en nosotros de más vital.