La cosa va de pezones que se marcan o no a gusto del consumidor, ¡manda carallo! Comienza la bola un tipo que no tiene otra cosa que decir que meterse con la ministra que elige marcarlos porque le sale del higo, o sea, de su gusto y libertad. Pero al mal gusto del tipo de Vox que recrimina el gusto de la prójima, sale ésta en defensa de su propia decisión pero trascendiendo la contienda a un asunto que asocia obligación a llevar sujetador a violencia contra las mujeres… NO lo asocia con el origen del Universo, de milagro. La bola se agranda con otras mujeres que, en solidaridad con la ministra, se quitan las bragas durante una semana, como es el caso de la tertuliana de mediodía en Telecinco, y además el río Pisuerga pasa por Valladolid. Pero ¡ojo!, esta fiesta no estaría completa si no viniera a ella el macho alfa Pablo Iglesias, que no sabe como aprovechar cualquier ocasión para volver a contar algo en el panorama público, y compara pezones de la pupila con el jefe de Vox. ¿Lo pone?
La cosa es tan esperpéntica que no dejaría de ofrecer su punto hilarante si no fuera por la coincidencia de una realidad mucho más importante que afecta a mujeres víctimas de violadores y abusones sexuales, que están saliendo a la calle o viendo rebajadas sus penas por mor de una ley del Sí es sí que se ha convertido en Sí es No, que NO salga ni Dios de la celda a la que lo llevó su delito. Ni una puñetera dimisión al respecto, sin vergüenza de haber parido algo que alivia al hijo puta de turno y condena a la víctima, pero, eso sí, indignación superior porque un marichulo de otro partido se meta con la forma de vestir de la que marca pezones.
Solo nos falta que venga algún tipo a marcar paquete y que el de enfrente le recrimine lo que muestra. Que cada cual se meta las tetas donde quiera, fuera o dentro de sujetador, o que, cualquiera que quiera, pueda llevar el paquete bien marcado por un jean dos tallas menor, porque de buen o mal gusto podemos hablar, pero de hacer de esto una noria en la que girar más de dos vueltas, simplemente es una tomadura de pelo a los administrados. ¡Coñazos!