Hoy me acerqué a la playa, una gestión me llevó a estar allí un par de años, y la verdad es que la playa estaba desierta, magnífica, pero el sol no calentaba tanto como para bañar la piel de los Payos. El que sí se bañó fue Jaime, que disfruta de sus aguas frías de esta época como disfruto de la bañera calentita en mis días de fiesta. Mucho mas sano, seguro, es el baño de él, pero el placer, ¡ah, el placer!, ese ya es imbatible el que proporciona la espuma olorosa del gel sobre tu piel, justo al lado de una radio encendida que te cuenta cosas interesantes mientras estás bien relajado. Paseé dos minutos frente a este mar que me acerca a América, calenté el cuerpo con el sol espléndido que lucía el día, pero tuve que volver, porque el lugar de uno es el que es, de momento en elcercano, donde hay otros soles humanos que también te vienen muy bien. Volveré pronto, lo sé.