Estamos con un proyecto sumamente interesante, pero que nos obliga a mover el culo hacia Madrid bastante a menudo, al menos una vez al mes, y algún día como los de esta semana no resultan una fiesta. No, no tienen nada que ver las citas concertadas, afortunadamente siempre con buena gente, pero sí este virus que te invade y no te suelta hasta aburrirte de molestias. Dura un mes me dijo un gran médico de primaria, y los síntomas son los mismos que el de resto de la población que lo viene padeciendo. Yo no sé cómo estaría de no haberme vacunado de la gripe, pero no lo quiero pensar, mucho menos sentir. Dolores musculares, tos seca que no arranca la mucosidad pegada como una garrapata a los bronquios, febrícula, escalofríos y un malestar tal que lo único que te pide el cuerpo es cama, cama y más cama. Pero aquí es el problema. Los autónomos no pueden quedarse en casa para que facture el Estado, y es cuando te das cuenta de la injusticia de que personas como Yolanda Díaz legislen sin advertir esta realidad. Claro es que no has sido autónomo, no tienes ni idea de lo que vale y cuesta mantenerse. No, no lo va a entender, así que mejor dormir un rato y esperar que amanezca el cuerpo más sano.
Por cierto, como no se trata de aguar la fiesta de las Fiestas, la fotografía que decido subir es de una floristería de Madrid, porque sin luces ya es merecedora de un premio de escaparate como el que le acaban de dar en Ourense a la floristería de Ana. Compiten todo tipo de comercios en la misma categoría y, claro, no es lo mismo ver plantas y flores que tornillería, así que lo piensen un poco más, por favor. Otro día hablaremos del comercio discriminado, o sea, del comercio que no se encuentra en ese centro, centro, centro, que es Dios.