Cuando te alejas algo lo ves claro. No te enturbia lo que piensen de ti, pues has puesto distancia. Pues que Ourense sigue siendo endogámico, como siempre, no hay duda. Se juntan todos los que quieren pintar más que los demás, y se votan, dan medallas, pagan al periódico para que hablen de ellos, al mismo tiempo son apoyados por la empresa mayor del pueblo, hasta puede que recen porque suban al cielo social, los profesionales de la fe oficial. En este sistema funciona, como en política, el aparente antagonismo de fórmulas de poder, que son falsos oponentes ante la forma de chupar todos de la misma teta, el dinero público. Y la endogamia se completa con los agentes de otros campos, en teoría menos dudosos pero recalcitrantemente absorbidos por la misma conveniencia de arreglar la sobrevivencia con dádivas para el mayor confort posible. Los que no crearon empresa se suben a una donde no se arriesga pero parece que les pertenece por colarse en el ascensor que los sube al estatus superior limpiando zapatos a quien proceda. La medalla al jefe de una empresa superior que echa la mano (cuando hablamos de echar manos hablamos de economía, y aquí léase siempre dineros públicos), es asimismo devuelta con fervor por la Institución que da la medalla a ese jefe que publicita su adhesión para traer más fieles a la religión que lo homenajeó; pero, al mismo tiempo, al que dio la medalla al jefe superior, o sea, a la Institución, alguien proponen darle a ellos también otra medalla, ahora de una Corporación, a propuesta de un grupo político que casualmente es el mismo del presidente a quien se le da tal medalla, que son los mismos que alojan en su seno a los disidentes de la Corporación de la que pretenden medalla. Es tal galimatías que solo un periódico nos lo puede explicar, como lo hace el mío, como el secreto de la vida de esta carrera medallil que se ha puesto de moda en nuestra ciudad. Pronto otro le dará una medalla a él, al periódico. Y ahí están todos, esperando más medallas, que pesan cada día menos porque el oro está muy caro. Qué aburrimiento. ¡Ah!, que soy algo críptico; pues sí, razones tengo para no ser más claro; al menos no soy un cobarde solipsista de pego ¡que te pego, leche!, a traición. Cualquier parecido con la realidad es pura imaginación, claro; en Ourense no hay ningún interés espurio, ya sabemos lo transparentes que somos.
- Sección: Cine
- Publicado el 13 junio 2022
- Por Moncho
Érase una vez
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