Ya la hemos puesto sobre el terreno. Ahí está bien dispuesta a que el león de Pontevedra demuestre si sus zarpazos son tan fieros como lo pinta él, o bien si los de Ourense lo batimos a la primeras de cambio. Esta chave es heredada de la finca Mirteria donde un buen día de los sesenta de otro siglo mi señor padre la plantó para jugar él y todos los que después pasaron por su cancha bien delimitada. Tiene encima varios concursos de chave donde señoritos peleaban ser primeros con paisanos profundos que ahí hablaban con poderío inigualable. Ahora ya la tenemos y pendientes de las pesas para comenzar el primer torneo, o simplemente para que se jueguen las cañas los cercanos más cañeros.