¡Y vaya regalo!. La casualidad hizo que esta misma mañana nos encontrásemos en la calle y que él se acercara a mí para preguntarme por las galerías centrales donde había estado en otra ocasión en Jolper con Jácome y el chiringuito de Cleto. Lo acompañé hasta allí y ¡hasta luego Lucas!, digo Kenny. Pues bien, estábamos ya cerrando elcercano Paloma y yo, solos, cuando veo que asoma la cabeza del músico a través del cristal de los libros. Salimos y le hicimos la foto con el mural de Ron Carter. Vio el cartel de los conciertos de jazz del Ciclo Camiños con Jazz que anunciamos y se decidió a entrar a mirar. ¡Oh!, exclamó. Llegó a la sala y se sentó al piano, regalándonos un tema de varios minutos que nos hizo sentir que, a veces al menos, la soledad tiene premio. Estar escuchando al gran músico a solas y en tu hogar/local, son los detalles que te convencen de que tu empeño ha merecido la pena, que compensan todas las decepciones que conlleva en una ciudad pequeña querer hacer cosas sin contar con la bendición de ciertos hábitos y poderes. Habrá que plantearse si Mon debería completar la entrada de elcercano con Kenny Garret enfrente de Ron Carter, porque sería mágica. Gracias Garret por tu regalazo.