En el tren, sentado justo en el fondo del vagón, al cabo de un par de horas levanto la vista para una ojeada general a los viajeros. No iba lleno, pero el único libro entre manos de alguien era el mío. El resto se entretenía con el móvil, donde ya no sé si alguno leía algo más allá de esa información típico vertiginosa que el algoritmo perfecciona cada día más y mejor para marearnos el intelecto. Una vista desoladora. La bajé para volver a las páginas de Martin Amis y no dejarme llevar por la desesperanza. Por cierto, llegamos muy rápido pero ya no vemos nada de GAlicia, entrando y saliendo de túneles continuamente y entre bandas sonoras que nos tapan el paisaje. La falta de vista paisajística también es penosa.
- Sección: Cine
- Publicado el 21 marzo 2022
- Por Moncho
Rara avis
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